Pedagogía

La evaluación como parte del proceso de aprendizaje

Por Grisel Judith Mazquiarán
Este artículo es producto de un Trabajo Final de Carrera llevado a cabo por Grisel Judith Mazquiarán bajo la dirección de la Mgter. Valeria Moschetta y el asesoramiento metodológico de Florencia Corsánigo, en el marco de la Licenciatura en Gestión de las Instituciones Educativas de la Universidad Blas Pascal, en el año 2022.

Jueves, 13 de abril de 2023

En el complejo mundo de la educación, la evaluación se presenta como parte importante del proceso de enseñanza y aprendizaje; es Santos Guerra (2014) quien lo define claramente al decir que:

La evaluación debe ser un proceso que acompaña el aprendizaje. Si se convierte la evaluación en un acto aislado del proceso corre el riesgo de no ser rigurosa, ya que las variables que condicionan ese momento son tantas y tan potentes que no se puede garantizar la validez”.

(pág.14).

En este sentido, la presente investigación pretende recuperar esas variables con el objetivo de diseñar prácticas para gestionar evaluaciones coherentes que permitan al estudiante aprender mejor, involucrándose en la revisión de sus aprendizajes (feedback o retroalimentación), llevando a mejorar sus conocimientos, habilidades y competencias, orientadas al proceso de enseñanza y aprendizaje.

El trabajo se contextualiza en una escuela de la localidad de Jovita, provincia de Córdoba, más precisamente, en el sexto grado sección “A” y “B”.  Para llevarlo a cabo, se partió del conocimiento sobre qué es lo que se evalúa, se identificaron técnicas e instrumentos utilizados, en función de los estudiantes, contenidos y momentos de su aplicación. Esta primera indagación, además, permitió determinar el nivel de participación que los estudiantes tuvieron, en cuanto a la evaluación de sus aprendizajes, mediante prácticas de autoevaluación para contrastar con la perspectiva de la autoevaluación definida por el docente. Por último, plantea la retroalimentación en relación al desempeño o la producción de los estudiantes.

Algunas de las preguntas que guiaron la investigación fueron: ¿Cómo se evalúa en sexto grado, nivel primario del Centro Educativo Domingo Faustino Sarmiento? ¿Cuál es el sentido de la evaluación? ¿Cómo se contempla el error? ¿Será que la evaluación implica además un cambio teórico/práctico? ¿Cómo fortalecer el proceso de evaluación de los aprendizajes a través de la retroalimentación? ¿Se favorece la autoevaluación, promoviendo en los estudiantes la reflexión sobre su propio proceso de aprendizaje? ¿Por qué se presentan conflictos en la evaluación de los aprendizajes? ¿Son consistentes los modos de enseñar y de evaluar?

Como metodología se empleó el “método mixto” combinando análisis de datos cuantitativos y cualitativos obtenidos a partir de la observación de clases, cuestionarios y entrevistas tanto a los estudiantes como a los docentes.

Información relevante surgida del trabajo

En este apartado se presentarán algunos de los resultados obtenidos en el contexto de estudio analizado, provenientes de la información de docentes y estudiantes participantes. Se brindan datos con respecto a la metodología y formas de evaluar, la percepción de los estudiantes sobre las notas recibidas, como asimismo la integración de criterios de evaluación, la devolución de los resultados obtenidos y los procesos de retroalimentación.

En cuanto a las formas de evaluar utilizadas por los docentes y el tipo de examen de preferencia para evaluar (ya sea escrito individual, oral grupal, oral individual), la mayoría opta por utilizar los tres tipos de exámenes. En ocasiones utilizan el examen oral para desarrollar temas específicos y de esta manera ver el desenvolvimiento de sus exposiciones orales y poder realizar sugerencias que construyan su proceso de aprendizaje. También utilizan exámenes orales grupales para indagar sobre aprendizajes de temas específicos. Asimismo, incorporan trabajos evaluativos grupales para observar cómo se organiza cada grupo, y qué tareas específicas realizan los estudiantes. Es significativo que para los docentes toda instancia oral implica una instancia de retroalimentación y/o devolución a nivel de exposición de los estudiantes. Incluso dentro de estas dinámicas de trabajos en grupo, se incorporan dinámicas autoevaluativas a nivel grupal y personal.

En cuanto a metodologías usadas por la docente para registrar los avances de los alumnos en su aprendizaje, se destaca la utilización de rúbricas que brindan mayor claridad en cuanto a los aspectos que hace falta trabajar con cada niña/o en su progreso de aprendizaje. Además, la rúbrica favorece la asignación de notas requeridas. En síntesis, si bien la rúbrica es un instrumento que favorece la evaluación formativa, también permite a los docentes el registro sumativo de la evaluación.

Desde el punto de vista de los estudiantes, ellos coinciden con las respuestas de los docentes al considerar que el examen oral individual, y el escrito individual, son el tipo de examen que mayormente utilizan los docentes.

Se analizó asimismo cómo perciben los estudiantes las notas que reciben al momento de ser evaluados y si las calificaciones les parecen justas. Ante esto se observó que no hay un punto de contradicción entre el parecer de los estudiantes y la evaluación obtenida. Indican que sus docentes les evalúan correctamente, resaltan las explicaciones en caso de errores, y el merecimiento de notas de acuerdo a cómo se desempeñan. Admiten que si te equivocas las docentes te explican y las correcciones se hacen en el pizarrón para evidenciar cuál es el error cometido.

Sobre la utilización de los criterios de evaluación y enunciados explícitos al momento de evaluar:  en cuanto a la presentación de los criterios al momento de evaluar a los estudiantes, este procedimiento se realiza, en su mayoría, de forma oral, antes de los exámenes donde, a su vez, se asignan puntuaciones a las consignas y se explica cada una de ellas. Indicaron hacer hincapié en qué criterios tendrán en cuenta en las correcciones. En cuanto a los contenidos a evaluar, la mayoría de los docentes indicó que lo informa con días de anticipación para que puedan expresar dudas e inquietudes. De este modo, podemos integrar las palabras de Anijovich (2014) en cuanto a que los criterios deben ser compartidos con los alumnos y también con la comunidad. Eso brinda la posibilidad de que puedan autoevaluarse y encontrarle sentido a la retroalimentación. En cuanto a los espacios para la retroalimentación: se lo conoce en la comunidad como el “ida y vuelta” y lo hacen oralmente, se trata de evidenciar el error siendo el compañero quien lo evidencia, o se trabaja grupalmente en el pizarrón. Las explicaciones de las correcciones se hacen de forma oral, y son explicadas, pero no necesariamente de modo personalizado. En este punto, podemos resaltar que

para que los efectos de la retroalimentación sean visibles, es necesario sistematizar estas prácticas con el objetivo de que se sostengan en el tiempo y se conviertan en un modo de aprender“.

(Anijovich, 2013, pág. 29)

Muchas veces, la cantidad de evaluaciones que se realizan durante el año limita que se avance en un proceso de retroalimentación que sea rico y personalizado, por lo general se realizan devoluciones orales generales bastante limitadas a los errores de contenido cometidos, faltando fortalecer los aspectos positivos y procedimentales propios de la metodología formativa, que si bien los docentes tienen presente no se llegan a instrumentalizar en sus prácticas evaluativas.

Conclusiones finales

“Para evaluar hay que comprender”

(Stenhouse, 1984)

Esta cita adquiere relevancia ya que la enseñanza para la comprensión significa enseñar a los estudiantes de tal manera que no solo tengan información esencial sobre temas importantes, sino que también sepan cómo usar esa información. Estos conocimientos poseen importancia en todas las etapas del proceso de enseñanza y aprendizaje, inclusive en la evaluación donde es la etapa final que sustenta las bases necesarias para la adquisición de nuevos saberes. 

En esa base formativa adquiere importancia lo significativo del aprendizaje, en el cual debe generarse una construcción propia de esos conocimientos. Aquí, el rol del docente no debe ser solamente proporcionar información y controlar la disciplina, sino ser un mediador entre el estudiante y el contexto, es decir el su guía y acompañante, mostrándole que él/ella es una gran fuente de conocimiento por medio de la retroalimentación. 

Si bien en la teoría esto pareciera quedar claro, en la práctica difiere o eso demuestran los resultados. Es válido el argumento de los docentes, acerca de que cada tipo de evaluación reviste importancia, más allá del momento del cursado en el cual se lleve a cabo. En este sentido, debe considerarse a la evaluación como un proceso continuo de anclaje de seguimiento de saberes y no como una estructuración mecánica que simbolice solo la conclusión de un periodo o trayecto. 

La evaluación sumativa sigue ganando predominancia en las explicaciones de cómo se evalúa, aunque en el plano discursivo la formativa y la diagnóstica resultan ser las más importantes. 

En la evaluación formativa existen innumerables estrategias que pueden dar una perspectiva distinta del conocimiento adquirido por parte de los estudiantes, sin embargo, en la práctica, las metodologías parecieran repetirse, siendo predominantemente de carácter cuantitativo, utilizando principalmente valoraciones numéricas. En este sentido, se debe avanzar más allá de lo tradicionalista de los procesos, incorporando en la práctica el valor de la evaluación formativa. 

Por otro lado, cabe destacar dos cuestiones. Por un lado, que los criterios de evaluación y enunciados deben ser explícitos. Por otro lado, que al momento de evaluar es importante recuperar el valor de la heterogeneidad dentro de las aulas, poniendo de relieve la necesidad de integrar diversidad de estrategias para la enseñanza, que no implique recorte de contenidos ni reducción de la calidad educativa que reciben los estudiantes. En síntesis, no se trata de negar calidad y apropiación de saberes sino de encontrar formas individualizadas, personalizadas y adaptadas a cada necesidad educativa. 

La retroalimentación, como parte de las instancias formativas de evaluación, implica también una instancia de aprendizaje, lejos de verse como una exposición de los errores cometidos. Una metodología innovadora, no necesariamente es utilizar TIC; se trata también de ser creativo e ir más allá. La autoevaluación es una instancia que debe recuperar la reflexión sobre el aprendizaje por parte de los estudiantes y no para señalar o apuntalar el error. 

El evaluar es un acto de conocimiento constante, es una etapa complementaria al aprendizaje. No da un final, sino una base para la construcción de nuevos conocimientos y saberes a través de la retroalimentación. La evaluación diagnóstica, la autoevaluación, la evaluación formativa y la evaluación sumativa se complementan unas con otras, promoviendo siempre la reflexión en los estudiantes para que avancen en sus logros, desarrollando y fortaleciendo sus habilidades.

Se concluye que el rol docente no solo debe proporcionar información, sino mediar entre el estudiante y el contexto a través de la retroalimentación, donde la evaluación es un proceso continuo, de seguimiento de saberes, siendo una etapa complementaria del aprendizaje que permite la construcción de nuevos conocimientos.

Grisel Judith Mazquiarán

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