Pedagogía

Escribir y hablar en pandemia

Algunas consideraciones para la producción de textos y para el abordaje de la oralidad.

Por Laura Abratte.
Doctora en Semiótica

Fuente: https://unsplash.com/photos/PeUJyoylfe4

En este artículo, nos proponemos poner en consideración algunos aspectos que se tornan fundamentales para orientar la reflexión sobre el uso del lenguaje. El trabajo continuo sobre la propia conciencia lingüística que cada hablante puede desarrollar en relación con sus producciones, tanto en la escritura como en la oralidad, es crucial.

El reconocimiento de los diferentes tipos de textos, los recursos que se requieren y los objetivos que cada redacción persigue, en cuanto a qué tipo de comunicación se intenta establecer, suponen siempre diversos desafíos. La producción escrita nos permite desplegar una serie de herramientas, las cuales enriquecen nuestros párrafos y oraciones en función de la totalidad textual; sin embargo, al mismo tiempo, esto nos exige instancias necesarias de revisión y corrección.

 

Algunas sugerencias para la escritura

Previo a la redacción, se sugiere organizar las ideas de forma clara y precisa. Escribir y revisar la totalidad del texto una vez finalizada la producción. Establecer ejes de revisión puede resultar de utilidad. A modo de ejemplo:

1. Evaluar la claridad de la exposición, la relación planteada entre las ideas, el uso de conectores y la gradación establecida en el desarrollo de los temas.

2. Identificar aquellos términos que resulten demasiado generales, ambiguos, propios de la oralidad y luego reemplazar. Observar que no haya redundancias.

3. Prestar atención a la correlación temporal establecida para la organización adecuada en términos cronológicos como también formales.

4. Revisar ortografía y puntuación.

 

El uso del corrector automático

En general, la corrección automática suele significar una herramienta útil en la redacción. No obstante, es importante destacar aquello que debemos considerar si optamos por su uso. Por un lado, hay errores ortográficos que no serán distinguidos. Por ejemplo:

  • Juan barrió la vereda/ El barrio está creciendo
  • El encargado coció la verdura/ El encargado cosió la camisa.
  • El trabajo práctico/ Yo practico deportes/ Él practicó

Todas estas opciones figuran en el lexicón, por lo tanto, no serán detectadas como incorrectas por el procesador de textos. Por ejemplo:

*El encargado cosió la verdura[1]

*Yo practicó deportes  

* Juan barrio la vereda

Debemos observar que, aunque sean incorrectas, no serán detectadas como errores.

Por otro lado, tampoco podrán ser visualizados diversos problemas de tipeo, por ejemplo: asilada/ aislada.  Al igual que lo visto anteriormente, en la medida en que la expresión existe en el diccionario, no se identificará como un error.

 

Apreciaciones sobre la oralidad y la interacción

A menudo, la interacción verbal en algunos estudiantes resulta dificultosa. Entender que cada lengua tiene variedades nos permite visualizar el lugar que ocupa la estándar en nuestra sociedad. La idea de lengua estándar es consolidada como una variedad de uso legitimada y cuyo uso se considera prestigioso, será la que se nos enseñe de forma gradual a través del sistema educativo. Es la que debemos manejar como competencia en nuestras prácticas profesionales. Por ello, la mirada variacionista nos permite evidenciar dos aspectos fundamentales: los prejuicios lingüísticos y las estigmatizaciones que éstos producen con respecto a otros usos, y las competencias previas de nuestros estudiantes.

Los procesos de adquisición de una lengua inician en el núcleo más cercano del hablante y están ligados directamente a sus vínculos afectivos, decirle a un niño que “habla mal” es propinar un ataque directo a sus lazos más cercanos que constituyen el seno en el cual ha logrado adquirir su lengua. El niño no habla bien o mal, habla acorde con las variedades que ha adquirido. En el sistema educativo y en la práctica profesional, se requiere el uso y dominio de la variedad estándar, por lo tanto, se procura adquirir la competencia en su uso. Pero eso no implica ir en desmedro de las otras variedades que como hablantes poseemos ni tampoco, en términos lingüísticos, implica la superioridad de una sobre las demás. En este sentido, entender la variedad estándar como una competencia más y no como la única existente, nos permite enriquecer los aprendizajes de nuestros estudiantes sin erosionar las variedades con las que ya cuenta y también empezar a trabajar en la diversidad lingüística en las aulas heterogéneas de una mejor manera. Cabe aclarar, como señala Defagó (2014) que

Lo que la maestra necesita saber es que cuando ese niño está aprendiendo a escribir apela a sus conocimientos previos. Cuando ingresa a su escolaridad, sin importar el contexto lingüístico que haya tenido, ya cuenta con todas las estructuras gramaticales de la lengua; lo que varía de un chico a otro es el tipo de línea tonal, la pronunciación, y los campos de unidades léxicas (p. 40).

 

A modo de conclusión

Acompañar los procesos de producción de texto suele implicar un desafío, porque la multiplicidad de factores que se conjugan suelen hacer difícil evidenciar los aspectos que nos permiten mejorar los resultados. En este aspecto, es fundamental no homogeneizar en grandes nombres como “la ortografía” cuando a lo mejor el problema puntal reviste en un uso específico de C/S/Z. Lograr reflexionar sobre nuestras prácticas para, a partir de la reescritura, poder identificar aquellos problemas que son recurrentes y requieren corrección, nos señala dónde debemos hacer mayor hincapié.

Con respecto a la oralidad, poner en valor las diversas variedades y ubicar la estándar como una competencia necesaria, como la que nos proponemos adquirir cuando estudiamos otro idioma; nos permitirá evitar los prejuicios, fortalecer los aprendizajes previos de nuestros estudiantes y quizás, en el tiempo, lograr mayor participación e interacción en nuestras aulas.

 

Bibliografía

 

[1] (*) el asterisco indica las expresiones incorrectas ortográfica o gramaticalmente.

Laura Abratte

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