Pedagogía
comunicación en la escuela

El papel del director en la comunicación de la institución educativa

Griselda Solís · Graciela Solís / Lic. En Gestión de las Instituciones Educativas (UBP)

La institución educativa es una organización compleja donde participan muchas personas, cada una con sus particularidades e historias. Esta realidad, influye directamente en la comunicación que en ella se produce. La confluencia de ideas y valores diversos al interior de la institución puede propiciar la generación de acuerdos, así como originar conflictos que requieren de especial atención.

Cuando se habla de la comunicación como pilar para construir consensos dentro y fuera de la institución, es importantes enfocarnos en la preparación que debe tener un líder institucional, es decir, el director o equipo directivo ya que según su criterio guiará la organización. Algunos factores esenciales de su gestión son: el desarrollo de las competencias básicas de comunicación, la necesidad de mejorar la comunicación individual como colectiva, la capacidad cognitiva a través de la reflexión, la expresión de ideas, el dialogo y la participación. Todos ellos nos llevan a pensar en un espacio en la que la escuela va creando un ecosistema de confianza, humanístico en el clima de trabajo, la voluntad y la predisposición al cambio. Es importante resaltar que es necesario brindar las herramientas adecuadas para afrontar la construcción de ese ecosistema dentro de la institución, que luego se reflejará en la convivencia diaria promoviendo espacios de análisis, critica y construcción.

La comunicación abierta y eficaz en una organización, posibilita que la información circule en forma dinámica, en tiempo y con la intensión adecuada; un dialogo permanente supone la disminución de conflictos.

Permanecer atento a las comunicaciones debe ser una de las actuaciones primordiales del director y constituye un pilar básico para resolver buena parte de los conflictos que surgen en el ámbito escolar. El líder que comparte y consensua sus mensajes con los otros, es capaz de crear significados compartidos; es así que la gestión escolar implica la fundamental tarea de crear las condiciones, las reglas de juego y los incentivos necesarios, para permitir la concreción del objetivo central de toda institución educativa: la educación. Para ello, se requiere del despliegue de las capacidades de todos los integrantes de la institución y de la apertura en los procesos decisorios sobre temas que afectan a la vida diaria. Así, la conformación de equipos de trabajo y el ejercicio de las competencias comunicativas dejan de lado el individualismo para enriquecer la mirada global de la institución.

Javier Murillo Torrecilla (2006) afirma al respecto que, frente a la clásica concepción del director solitario o directora solitaria, superhombre o super mujer tanto en conocimientos como en competencias y responsabilidades, hay que afianzar la idea de que la dirección debe ser una tarea compartida por toda la comunidad escolar. Ello no significa que la dirección desaparezca o se diluya, sino que se reconceptualice, se reformule desde su esencia. Todos los miembros de la comunidad escolar son agentes de cambio; reconocer, valorar, desarrollar y potenciar ese liderazgo múltiple ha de ser la primera función de una dirección para el cambio.

Hoy las instituciones están encaminadas a romper con esquemas tradicionales en la cual el directivo dirigía y controlaba la información en lugar de “gestionar”. Una gestión escolar abierta a la participación de todos los docentes no implica la desaparición o reducción de la actuación directiva, al contrario, reconoce que el primer responsable de la gestión es el directivo.

Las competencias comunicativas imprimen un papel fundamental en la gestión institucional repercutiendo en el estilo y cultura institucional; la comunicación interna, los diferentes canales que se utilizan, los modos hacia el interior de la organización se sustentan en la buena convivencia escolar.

La irrupción social de la tecnología en la cotidianidad de personas e instituciones ha permitido consolidar la idea de que la gestión de la comunicación en situaciones de crisis, no debe descansar. Así se vio reflejado en los momentos de aislamiento por el virus COVID-19 donde la comunicación mediada por tecnologías se convirtió en una variable decisiva y coherente con las propias acciones que la institución puso en marcha para afrontar y buscar consensos.

Por eso, la premisa será siempre seguir construyendo el mejor camino hacia la comunicación en la institución educativa desde el compromiso de directivos, docentes y toda la comunidad.

Graciela Solís

Griselda Solís

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