Pedagogía

Cámaras encendidas, ¿alumnos conectados?

Por Mgter. María Ruiz Juri
Doctoranda en Ciencias de la Educación, UNC.
Coordinadora del Área de Asesoramiento Pedagógico/Comunicacional de la Dirección de Pedagogía, UBP. Prosecretaria académica de la Facultad de Derecho, UNC.

Jueves, 27 de mayo de 2021

Clase de Didáctica de la Enseñanza de la Ciencias Jurídicas, Profesorado en Ciencias Jurídicas, UNC, Mayo 2021

“No puede ser, estoy preocupado, somos 28 personas las que estamos conectadas en esta clase y solo veo cinco cámaras encendidas”

Profesor de la Carrera de Abogacía, mayo de 2021
Este artículo está especialmente pensado para todos aquellos profesores preocupados y ocupados en la enseñanza, como el profesor del epígrafe. Profesores interesados en enseñar cada día mejor y estar atentos a los estudiantes, a sus inquietudes, demandas e intereses. Se organiza en seis apartados para que podamos reflexionar conjuntamente sobre cómo seguir sosteniendo las clases virtuales sincrónicas promoviendo un clima que favorezca el diálogo, la escucha y una comunicación efectiva que posibilite la construcción de saberes con nuestros estudiantes.

1. El aula de antes, el aula de ahora

Actualmente asistimos a una inminente preocupación por parte de los profesores universitarios de carreras de grado presenciales por cómo concretar la enseñanza a través de las clases virtuales sincrónicas y otros entornos virtuales, en tiempos donde las universidades debieron cerrar las puertas de sus espacios físicos.

Es clave destacar que las aulas tienen en sí mismas dos elementos que resultan constitutivos (Edelstein, 2021): su materialidad y su estructura comunicacional. 

La materialidad del aula tiene que ver con su arquitectura, los espacios físicos y sus componentes acabadamente conocidos por todos: los bancos, el pizarrón, los mapas, las láminas, el proyector, entre muchos otros.

En lo que respecta a la estructura comunicacional tenemos el diálogo en las clases, las preguntas del profesor, las intervenciones de los alumnos. Tal como puede advertirse, en aulas donde la materialidad ha desaparecido tenemos aún una estructura comunicacional que debe reinventarse y resignificarse en cada clase para que los estudiantes se interesen por ingresar y permanecer en estas aulas.

El clima de la clase, las preguntas del profesor, las dinámicas que se promueven resultan claves para mantener la atención de los estudiantes que a su vez se conectan desde sus hogares, sus lugares de trabajo o desde donde les resulta posible y tienen allí múltiples interferencias o distracciones que sin dudas afectan a su concentración y posibilidades de permanecer en la clase. 

2. ¿Cómo enseñar con los medios disponibles? 

Al asistir a las clases virtuales sincrónicas, reconocemos cómo aquellos docentes que prepararon la clase, que la armaron con dedicación y que en general asumen la docencia con mucho compromiso, son exigentes con los estudiantes y esta exigencia se expresa muchas veces en términos de solicitar su participación, encendiendo sus cámaras, en el chat de Meet, Zoom o Teams y de otras formas que se van proponiendo en el devenir de las clases. Incluso, muchos docentes destinamos un momento de la clase para hablar con los estudiantes, frontalmente, y manifestarles la importancia de que aprovechen la clase, de que participen, lean los materiales y resuelvan las actividades que se van proponiendo.

Es allí que se pone en juego el concepto de educabilidad en términos de que se evidencian mensajes muy claros que apuestan y confían ciertamente en las posibilidades de los estudiantes para aprender.                                    

En este sentido, Edelstein comprende a la enseñanza como una práctica histórico-social compleja que, a la vez que se halla atravesada por determinaciones que la configuran y la constriñen, asume también rasgos singulares que devienen de especificidades propias de cada caso/situación y por tanto ligadas a sujetos, contextos institucionales y saberes particulares. Comprendemos a la enseñanza como transmisión, en términos de otorgar a otro el espacio de libertad para que desarrolle su autonomía. Esta noción del profesor como quien se ocupa de guiar, pero que de ninguna manera suple el trabajo crítico y reflexivo que le compete al estudiante universitario.

Si bien la preocupación por cómo enseñar mejor es una constante en quienes optamos por abrazar la docencia, la situación de emergencia sanitaria nos ha llevado a los profesores a buscar todos los medios posibles para garantizar una enseñanza de calidad, pese a las situaciones adversas que nos toca transitar, en este sentido buscamos permanentemente lograr empatía con los estudiantes, seleccionamos los contenidos especialmente para trabajar en las clases y subimos a los entornos virtuales materiales de estudio que los alumnos deberán analizar de manera autónoma.

Es por esta diversidad de estrategias que venimos desplegando que tiene especial interés analizar cuáles son las maneras particulares que utilizamos los docentes para favorecer los procesos de construcción del conocimiento. Esto implica una construcción elaborada en la que se puede reconocer los modos como el docente aborda múltiples temas de su campo disciplinar y que se expresa en el tratamiento de los contenidos, su particular recorte, los supuestos que maneja respecto del aprendizaje, la utilización de prácticas metacognitivas, los vínculos que establece en la clase con las prácticas profesionales involucradas en el campo de la disciplina de que se trata, las relaciones entre la práctica y la teoría que incluyen lo metódico y la particular relación entre el saber y el ignorar”. (Litwin, 2005, pág. 97)

De alguna manera, los docentes planificamos nuestras clases como habitualmente lo hacíamos antes de esta situación de emergencia sanitaria, pero ahora buscamos más que nunca despertar la atención de los estudiantes y sacar el mayor provecho posible de los medios virtuales que tenemos disponibles.

Este interés por parte de los docentes es fundamental, más si pensamos que la atención es un proceso cognitivo fundamental para promover comprensiones cada vez más profundas. Miremos un momento el siguiente espiral que lo grafica:

Para lograrlo, los profesores hacemos uso de softwares colaborativos, de pizarras digitales, y también combinamos todo esto con pizarras físicas que utilizamos al momento de desarrollar las clases.

Una alternativa para promover la atención durante la clase es iniciarla explicitando a los estudiantes cierto “contrato pedagógico” donde damos cuenta de lo que nos proponemos brindarles y qué esperamos que ellos realicen durante la clase. Se les pueden brindar de esta manera algunas recomendaciones para mejorar la experiencia, que tienen que ver con sugerir tomar apuntes, habilitar los micrófonos al momento de responder una pregunta o comentar y encender las cámaras para la participación de clases. También es clave que no perdamos de vista recordarles a los estudiantes lo importante que es su predisposición e inquietud para aprender.

En estos tiempos tan complejos, apuntar a ver cómo se sienten nuestros alumnos no es un tema menor. A través del siguiente link se puede acceder a una encuesta muy simple que realicé al comenzar una clase para conocer el estado emocional de mis estudiantes: https://bit.ly/3frQu6H

Estas y muchas más son alternativas para acercarnos a los estudiantes, mostrarles qué esperamos y favorecer la comprensión. Es importante que en la planificación de cada clase se pongan en juego distintos momentos o segmentos que funcionan como unidades de sentido que se pueden comprender en la clase en su conjunto, a la que definimos como una estructura global de actividad. (Edelstein, 2020)

Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que hoy en día asistimos a un momento donde se está poniendo en juego una gran creatividad e incansable trabajo por parte de los docentes en todos los niveles del Sistema Educativo, y en este caso puntualmente nos referimos a los docentes universitarios. Se está haciendo un gran esfuerzo y eso se percibe en el diálogo con autoridades y profesores, en la observación de clases y, en muchos casos, en los resultados académicos.

3. Por favor, enciendan sus cámaras

Ahora bien, hay un tema que nos preocupa constantemente a los profesores y este tema tiene que ver con las cámaras apagadas en las clases virtuales sincrónicas y ante ello nos preguntamos, ¿quiénes encienden las cámaras están necesariamente conectados con el desarrollo de la clase? Si es condición tener las cámaras encendidas para estar atentos y participando, ¿qué sucede con quienes no las tienen encendidas?

En las clases que he podido observar de mis colegas en la universidad, suelo escuchar un pedido expreso por parte de ellos a los alumnos para que enciendan sus cámaras y también reflexiones de los profesores preocupados al no saber si sus alumnos efectivamente “están ahí”.

Otros profesores advierten que en muchos casos no están con sus cámaras encendidas pero habilitan sus micrófonos para intervenir ante una pregunta o bien participan en el chat de la aplicación en las actividades que se proponen.

Aquí se pone en juego qué entendemos por participación y cuándo creemos que un estudiante está en clases participando y cuándo no lo está. En lo personal, me he sorprendido gratamente con las reflexiones y aportes de alguien que estuvo callado y sin levantar la mano durante toda la clase y al final realiza un valioso comentario relacionado con lo que sucedió y se trabajó.

Esto también nos conduce a preguntarnos si en las aulas presenciales todos los alumnos allí sentados están realmente involucrados con el desarrollo de la clase y están realmente participando. Muchas veces es un juego de simulación que nos deja quizás más tranquilos, vemos a los alumnos y podemos reconocer en ellos sus gestos, sus rostros, saber si vamos desarrollando bien el contenido, si se va comprendiendo.

Justamente, un ideal de la escuela de la modernidad se basaba en la conducta observable y nos ha hecho creer que siempre el alumno que participa es el que sabe o se interesa. No obstante, no siempre es así. Hay distintos estilos cognitivos y hay alumnos más activos, otros más teóricos, más reflexivos o más pragmáticos y gracias al aporte de las Teorías del Aprendizaje constructivistas (Carretero, 2009) bien sabemos que el aprendizaje depende de muchísimas variables, muchas más de las que los profesores podemos controlar o garantizar y no debemos confiarnos de que porque estén allí, asintiendo con sus cabezas, están realmente pensando, razonando o aprendiendo con nosotros. Es en muchos casos una ilusión que logramos a veces constatar cuando les hacemos una pregunta y responden en el sentido que esperamos, pero tampoco podemos engañarnos y pensar en una panacea cuando no era tal. Ahora tenemos un desafío inmenso realmente, y es que estén allí a pesar de todo, que respondan, y que en el mejor de los casos que enciendan sus cámaras. Pero, ¿para qué? ¿Para devolvernos una imagen que legitime nuestro discurso como docentes y nuestro lugar como enseñantes o porque estamos convencidos de que con sus cámaras encendidas nos podemos ver y comunicar mejor, nosotros retroalimentar sus gestos y comentarios y ellos sentirse más “adentro” de la clase? Muchos docentes con quienes hablo me comentan que necesitan ver las caras de los alumnos para sentir que “no están hablando solos”, pero eso me lleva a pensar realmente ¿para qué les pedimos a los alumnos que enciendan sus cámaras?

Algunos estudiantes manifiestan que no encienden sus cámaras porque no desean mostrar el entorno en el que están trabajando, porque hay otras personas a su alrededor o porque no están lo suficientemente arreglados para salir en cámara. Hay quienes tendrán esta clase de razones y otros que simplemente no encuentran el sentido de encender la cámara. Es difícil muchas veces pedirle a alguien que realice algo a lo que no le encuentra sentido. Entonces, somos nosotros los que debemos ayudar a encontrar sentido a los estudiantes para que enciendan sus cámaras y participen activamente en las clases, pero que lo hagan por ellos, no por nosotros. Asimismo, es importante explicitarles por qué les solicitamos que por favor enciendan sus cámaras. Quizás sería una alternativa, para quienes no puedan tener las cámaras prendidas en todo momento, señalarles para qué actividad les recomendamos especialmente encenderlas, por ejemplo un debate, un foro u otra dinámica que así lo amerite. Finalmente, vemos que muchos docentes agradecen especialmente la participación de quienes colaboraron en las clases con sus cámaras encendidas, sus intervenciones, preguntas y comentarios. Otros docentes también optan por solicitar la participación de otros estudiantes que aún estando sin sus cámaras prendidas están conectados en la clase y los llaman por sus nombres.

En los diversos casos, estamos ante docentes que están muy interesados por lo que “pasa del otro lado”, docentes que extrañan el contacto visual, el cara a cara, y buscan alternativas concretas para acortar las distancias.

4. Responder, leer, jugar, escribir y trabajar en equipo

A los fines de promover la participación activa de los estudiantes, los profesores implementamos diferentes alternativas sumamente valiosas. Estas tienen que ver con ciertas competencias fundamentales que se espera desarrollen los estudiantes universitarios vinculadas con el razonamiento, la oratoria, la lectura crítica y la escritura colaborativa.

Responder a interrogantes: Aquí partimos de la premisa que las preguntas que realiza el docente en las clases son disparadores claves no solo para promover la participación, sino para lograr comprensiones profundas sobre los temas. En las explicaciones que despliegan los docentes en sus clases más de una vez realizan preguntas para facilitar la comprensión o para reconocer si los estudiantes comprenden. Otras veces las preguntas son verdaderos desafíos cognitivos, invitaciones para que se cuestionen y se desplieguen los interrogantes más atrevidos o más provocativos. En esta línea, Litwin clasifica a las preguntas de la siguiente manera:

  • Preguntas referidas a la cognición: hacen referencia a los conceptos, a los datos que se han explicado, información que se ha desarrollado en el aula virtual o en un texto de estudio.
  • Preguntas metacognitivas: refieren a las ayudas que podemos brindar como docentes para que los estudiantes reconozcan cómo han pensado, qué se relaciona con qué.
  • Preguntas epistémicas: refieren a la ayuda que podemos brindar para que los estudiantes entiendan la provisionalidad del conocimiento, cómo se construyó ese conocimiento y los debates que se generan en torno a él.

Otra clasificación tiene que ver con el nivel de complejidad que representan las preguntas para los estudiantes. Las más simples son las que podríamos enmarcar en el nivel de la opinión y las más complejas  se dirigen a provocar abstracciones o teorizaciones. La pregunta cobra sentido si ayuda a comprender mejor, favorece los procesos de transferencia y estimula la construcción de niveles más complejos de pensamiento.

Leer críticamente. Resulta interesante y es un medio para alentar la circulación de otras voces en la clase, dar la palabra a los estudiantes para que lean con nosotros párrafos seleccionados de los textos principales de estudio. Uno pensaría que esta actividad resulta aburrida y tediosa, sin embargo, mi experiencia en aulas universitarias me demuestra que esto no es así ya que posibilita el acercamiento a los textos y una lectura guiada que favorece la comprensión, tarea que muchas veces hacen solo a pocos días de una evaluación. Mis alumnos valoran mucho esta actividad porque al leer conmigo, interpretamos conjuntamente el sentido del texto.

Jugar. Son numerosas las alternativas que tenemos para promover la gamificación en la enseñanza. Y esto va más allá de hacer entretenida la clase, lo cual no es directamente un objetivo. Muchos docentes experimentamos el juego para abrir una clase repasando conceptos, para su desarrollo trabajando en equipos y también como cierre de la clase para verificar comprensiones. Una herramienta que utilizo es Kahoot https://kahoot.com/ ya que permite muchas alternativas para trabajar con los estudiantes sobre los contenidos de la asignatura.

Escribir solos o colaborativamente. La competencia de escritura y de escritura colaborativa es sin dudas un reto para la educación superior. En este sentido, promover la escritura en las clases resulta un desafío. Proponerles la escritura y darles unos minutos para que escriban solos o en equipos es una alternativa y también lo es escribir entre todos en un documento común. Se puede además invitar a escribir en el chat o bien en alguna aplicación que nos permitirá luego, por ejemplo, armar entre todos una nube de palabras o lluvia de ideas. Para eso suelo utilizar el programa Mentimeter https://www.mentimeter.com/ entre otros.

Trabajar en equipos. Promover instancias de trabajo colaborativo ayuda a sostener a los estudiantes, a que se integren y se sientan parte de un proyecto colectivo. La instancia de puesta en común del trabajo en equipo suele ser un momento sumamente significativo para los estudiantes, tanto para quien se designa como “vocero” como para el resto de los integrantes que están atentos y alertas para aportar.

5. Un cierre para abrirnos a nuevas ideas

La enseñanza como actividad práctica se realiza siempre a la luz de alguna concepción sobre lo deseable y lo posible. Sin pretensiones de ofrecerles en este artículo un abanico de metodologías de enseñanza, mi intención es reflexionar con ustedes sobre qué alternativas se pueden incorporar en la clase para promover la participación, despertando el interés y la atención de los estudiantes. Estoy convencida de que esta puede ser una vía para que, una vez interesados y atentos, decidan encender sus cámaras, aunque nada lo garantiza ya que nuestras posibilidades finalizan donde inicia el deseo de cada estudiante. Aquí es preciso hacer una salvedad, no menor, que tiene que ver con las condiciones de posibilidad de algunos alumnos que no pueden encender sus cámaras porque no la tienen disponible o porque su conexión a Internet es inestable.

Es fundamental que como docentes ayudemos a los estudiantes a encontrar el sentido de estar en la clase, de habitar el aula, y no solo ocuparla. En esta línea, la idea es que seamos cada vez mejores arquitectos y anfitriones en el sentido que propone Daniel Brailovsky (2020), arquitectos en términos de diseñar propuestas que resulten atractivas y pertinentes tanto por el contenido que trabajan como la forma de hacerlo. En lo que respecta a ser mejores anfitriones, nos referimos a la hospitalidad y al carisma necesarios para generar un clima de confianza que promueva un diálogo genuino y comprensiones profundas. Recordamos aquí y con esto finalizamos que los estudiantes posiblemente olviden lo que dijiste, olviden lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo los hiciste sentir (Maya Angelou).

6. Para seguir en el tema

En relación con esta temática, me gustaría compartir con ustedes los aportes de dos especialistas, Hernán Aldana Marcos, Doctor y especialista en Neurociencias y Daniel Brailovsky, Doctor en Educación. En ambos casos, desde sus respectivas disciplinas, los especialistas brindan orientaciones para despertar el interés y promover genuinos procesos de conocimiento en las clases virtuales sincrónicas.

En el caso de Hernán Aldana Marcos, comparte claves muy interesantes para la participación en el entorno virtual, “Presencia en el aula virtual”:

En el caso de Daniel Brailovsky comparte metodologías sumamente interesantes en este mismo sentido fundamentando acabadamente sus propuestas y ejemplificando alternativas: “Las viejas tecnologías en tiempos de cuarentena”:

Bibliografía

Brailovsky, D. (2021). Las viejas tecnologías en tiempos de cuarentena: https://www.youtube.com/watch?v=nhtdQjfc9YI

Carretero, M. (2009) Constructivismo y Educación, Buenos Aires, Paidós, Colección “Voces de la Educación”.

Edelstein, G. (2021). Documento de Trabajo. Especialización en la Enseñanza de las Ciencias Sociales. Córdoba: Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba.

Litwin, E. (2008). El oficio de enseñar. Condiciones y contextos. Buenos Aires: Paidós Educador. Litwin, E. (2005). Las configuraciones didácticas. Una nueva agenda para la enseñanza superior. Buenos Aires: Paidós Educador.

Maria Ruiz Juri

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