Pedagogía

¿Cómo funciona la voz y por qué cuidarla?

“Nuestra voz merece atención, cuidado y admiración”

Por Natalí Giusto
Lic. en Fonoaudiología (UNC). MP 9048.
Dedicada al entrenamiento y rehabilitación vocal desde una mirada que integra lo artístico y lo fisiológico. Intérprete en Teatro Musical (Escuela de Julio Bocca, Bs. As.) y estudiante del Trayecto Artístico Profesional en Canto Lírico (Conservatorio Félix T. Garzón, Cba.). Con formación en coro, teatro y show choir, integró diversos elencos de teatro musical infantil. Actualmente forma parte de Espacio Alófono, donde brinda atención presencial y virtual. Cursa el Posgrado en Ciencia de la Voz (UNC) y la Diplomatura en Vocología (UANDES, Chile).

Jueves, 13 de noviembre de 2025

Fuente: Freepik

En una época donde estamos muy conectados, con la presencia constante de redes sociales, abundante información y múltiples dispositivos de comunicación, la voz sigue siendo una herramienta esencial de expresión que nos acompaña día a día. Qué decimos, cómo lo decimos, cuánto hablamos…todo lo que hacemos con la voz transmite un mensaje. Pero… ¿sabemos cuidarla? ¿Valoramos lo espectacular de su función?

Como profesional dedicada al entrenamiento y rehabilitación vocal, cada semana recibo en el consultorio personas que sienten limitado su poder de comunicación y, junto a ello, su calidad de vida se ve afectada. Parece exagerado, pero no lo es. No pensamos en nuestra voz hasta que deja de responder como esperamos, al punto de condicionar nuestra interacción con el mundo.

Esta reflexión inicial es el disparador que motiva el presente artículo, que busca acercar información sobre cómo funciona nuestro instrumento de comunicación, por qué es importante cuidarlo y cómo podemos hacerlo. Y claro, junto a esto, compartirles lo maravilloso que es. ¿Fanática yo? Un poco, sí. Y me encantaría transmitir al menos algunos granitos de esa pasión en este artículo.

El objetivo es usar un lenguaje sencillo para que cualquier persona pueda leer y comprender el contenido. No hay citas textuales, sino la integración de los conocimientos que mis años de estudio me brindaron y que hoy comparto de manera simple para que puedan llegar y difundirse ampliamente.

La voz, entonces, será la palabra más repetida de este texto. ¡Y qué alegría que así sea!

Entendiendo la producción de la voz

Empecemos por lo básico: las cuerdas vocales son dos. Sí, dos, no cuatro ni seis como una guitarra. Están ubicadas en la laringe y miden entre 11 y 21 mm (Zhang, 2016). Pequeñas, ¿no? considerando todo lo que hacen.

Las cuerdas vocales vibran con el paso del aire que viene desde los pulmones, generando sonido —aire en movimiento—. A partir de ahí, se enriquece por el fenómeno de resonancia que ocurre con el paso del sonido por el tracto vocal (formado por las estructuras desde las cuerdas vocales hacia arriba). Sin entrar en detalles acústicos, alcanza con saber que el sonido cambia según la forma y configuración del espacio donde resuena, y eso le da sus características particulares. La combinación entre el sonido producido en las cuerdas vocales y las modificaciones que realiza el tracto vocal da como resultado la voz que escuchamos, con sus diferentes timbres y posibilidades expresivas.

Pero claro, la voz no es solo sonido. No depende únicamente de la laringe o del sistema emisor, sino que involucra muchos otros sistemas del cuerpo que trabajan coordinadamente para lograr cualquier emisión vocal. Esa frase tan escuchada de “cantamos con todo el cuerpo” tiene sentido si pensamos que necesitamos del sistema nervioso para comandar las acciones, del sistema respiratorio para proveer de aire (materia prima del sonido), y también de otros sistemas, como el auditivo, que regula nuestra producción vocal según lo que escuchamos.

Y aún falta mencionar el componente emocional, que interviene, modifica y regula nuestra voz constantemente. La voz cambia con nuestras emociones: puede sentirse cómoda en estados de calma o alegría, y empeorar en situaciones de nervios o estrés; puede volverse más apretada o tensa en enojos y más aguda en momentos felices. También se adapta al contexto y a las personas con las que hablamos. Todo esto da cuenta de la enorme complejidad del instrumento que usamos, naturalmente y casi sin pensar, todos los días, todo el día.

Entender cómo funciona la voz, reconocer todos los sistemas que se coordinan para producirla, y descubrir las infinitas posibilidades que tiene en su expresión, es el primer paso para comprender también la importancia de cuidarla.

Cuidando la voz todos los días

Cuidar la voz es posible y más sencillo de lo que parece. Pequeños hábitos diarios, sostenidos con constancia, pueden marcar una gran diferencia en la salud y en la calidad vocal. Y, claro, quienes trabajan con la voz como herramienta principal necesitan sumar cuidados más específicos y un entrenamiento personalizado, porque su exigencia también es mayor.

La voz puede verse afectada por mal uso o abuso vocal, es decir, cuando la usamos de manera incorrecta o durante demasiadas horas. Pensemos juntos: ¿gritar es una conducta saludable o abusiva? Claro que abusiva. Por eso, una de las recomendaciones más importantes es evitar gritar. Y acá me pongo insistente y voy a pedirles un favor: ¡dejemos de gritar! Dejemos de naturalizar el grito como única forma de expresar emociones intensas. Dejemos de contaminar nuestras charlas con ruidos de fondo, situación que nos obliga a elevar la voz durante horas. Bajemos el volumen del televisor, apaguemos la radio si vamos a conversar, nos sentemos lejos del parlante en el bar, nos escuchemos más. También es importante evitar otras conductas abusivas como carraspear (aclararse la garganta) o toser con fuerza o frecuencia. Ambas generan un golpe en las cuerdas vocales que puede irritarlas y lesionarlas con el tiempo.

¿Puedo pedirles otro favor? Tomemos agua. Consumir agua trae múltiples beneficios para el cuerpo y las cuerdas vocales no son la excepción. Una buena hidratación puede mejorar la calidad vocal, facilitar su producción y reducir síntomas vocales (Cobeta, Núñez y Fernández, 2013).

La voz también necesita descanso. Esto implica incluir momentos de silencio durante el día, lo que podría significar evitar enviar un audio de whatsapp si acabamos de salir de una reunión, o si damos clases, evitar hablar en los momentos de recreo.

Si usamos la voz profesionalmente, entrenarla es fundamental. El entrenamiento vocal permite que las cuerdas vocales ganen resistencia y logremos lo que llamamos eficiencia vocal, es decir, que nuestra voz logre la mejor producción posible con el menor esfuerzo. Y vale aclarar, que los profesionales de la voz no son solo cantantes o locutores, sino toda aquella persona que la usa como herramienta de trabajo; esto incluye también a docentes, vendedores, telefonistas, instructores de zumba/aerobics, entre otros (Farías, 2012).

Todas estas pautas de higiene vocal están enfocadas en prevenir alteraciones en la voz. La disfonía es la alteración de la voz en cualquiera de sus características y representa uno de los trastornos más frecuentes en quienes la usan de forma profesional. Algunos síntomas que pueden aparecer son: cansancio o fatiga vocal, voz ronca o inestable a lo largo del día, ardor, dolor, incomodidad, sensación de que “no rinde” o de esfuerzo al hablar, por mencionar algunos. Si aparecen estos síntomas, lo recomendable es consultar a un otorrinolaringólogo y a un fonoaudiólogo especializado en voz, para una evaluación y orientación adecuada.

A modo de reflexión final… para seguir pensando

Llegando al final de este recorrido, creo haber argumentado lo suficiente sobre lo maravillosa que es la voz y lo fundamental que resulta cuidarla. A esta altura, tal vez ya te convencí —o al menos sembré la curiosidad— de que nuestra voz merece atención, cuidado y admiración.

La voz nos acompaña desde el primer llanto, se transforma con nosotros y nos representa. Es vehículo de emociones, identidad y vínculo con los demás. Cambia con nuestras experiencias, con nuestro ánimo, con el paso del tiempo. Es única y nos distingue.

Cuidar la voz no es solo una cuestión profesional ni exclusiva de quienes la usan como herramienta de trabajo. Es una forma de sostener nuestra manera de comunicar, de expresar lo que somos y de habitar el mundo con autenticidad. Reconocer su valor es también reconocer parte de nuestra historia y nuestra esencia.

Referencias

  • Cobeta, I., Núñez, F., y Fernández, S. (2013). Patología de la voz. 1ra ed. Barcelona, España:   Marge books.
  • Farias, P. G. (2012). La disfonía ocupacional. 1ra ed. Buenos Aires, Argentina: Librería Akadia Editorial.
  • Zhang, Z. (2016). Mechanics of human voice production and control. The Journal of the Acoustical Society of America, 140(4), 2614-2635. doi: 10.1121/1.4964509

Natalí Giusto

Agregar comentario