Pedagogía

El trabajo final y la elección del problema a investigar: un proceso de construcción personal

Prof. Florencia Corsánigo
Docente de grado, asesora metodológica de trabajos finales y asesora pedagógica, en la Universidad Blas Pascal.

Valeria Moschetta, M.S. Ed.
Directora del CIADE-ED, docente de grado y posgrado, y asesora pedagógica, en la Universidad Blas Pascal.

Prof. Margarita Valero
Docente de grado, asesora metodológica de trabajos finales y asesora pedagógica, en la Universidad Blas Pascal.

Jueves, 24 de noviembre de 2022

Consideraciones iniciales 

En el presente artículo se comparten algunas reflexiones surgidas desde nuestra práctica de asesoramiento metodológico para los proyectos de Trabajo Final (TF) tanto en el ámbito de las carreras de grado, específicamente de la Licenciatura en gestión de instituciones educativas, como del módulo de posgrado denominado Metodología de la investigación y taller de trabajo final, que se dicta en diversos programas de maestrías, en la Universidad Blas Pascal (UBP).

El escrito tiene el objetivo principal de conducirnos a un pensar compartido en torno a la “no pocas veces ardua tarea” de comenzar a escribir el proyecto de trabajo final, y ubica a la comunicación como eje transversal para que el proceso de asesoramiento metodológico pueda desarrollarse favorablemente. Las reflexiones que proponemos se focalizan en el proceso que conlleva la formulación del problema que los estudiantes desean investigar, como el eje transversal del proyecto.

A su vez, nos interesa potenciar la actitud investigativa como un hacer necesario para el desempeño profesional y formativo de docentes y estudiantes. Esta actitud, es también vista como posibilidad creadora que puede “tambalear” certezas a partir del movimiento que genera la pregunta, y las preguntas en plural.  Sobre ello, acordamos con Eugenio Tiselli (2021) en ¿Quién puede investigar? al decir que: “Si la investigación es una indagación metódica capaz de descubrirnos nuevas formas de hacer y de pensar, de profundizar y de ensanchar nuestra relación con el mundo, podríamos afirmar que se trata de una tarea vital y que, por ello, debería estar al alcance de cualquier persona, sin importar su condición.” (p. 28)

En los siguientes apartados nos focalizaremos en algunas premisas de investigación en espacios académicos, sin que esto implique la desvalorización de otros espacios investigativos.

Podemos pensar la instancia del asesoramiento metodológico como una constelación de fuerzas, cuyo agrupamiento implica, entre otras cosas, la articulación del conjunto de herramientas conceptuales y metodológicas abordadas a lo largo del trayecto de formación. Entre algunas de ellas podríamos mencionar la puesta en juego de un proceso de escritura particular con sus propias reglas específicas, las intencionalidades por parte de sus autores que van definiéndose a medida que van planteando sus deseos investigativos; así como también las dificultades de correrse de “lo esperado”. 

Nos resultan pertinentes las palabras de Verónica Edwars (1993) en su consideración acerca de la relación de los sujetos con el conocimiento, y en donde las formas, y específicamente el proceso de acompañamiento metodológico, adquiere relevancia. “El contenido no es independiente de la forma en la cual es presentado. La forma tiene significados que se agregan al “contenido” transmitido, produciéndose una síntesis, un nuevo contenido” (p. 2) Siguiendo a esta autora y para posicionarnos desde nuestro campo, teorizamos acerca de la investigación mientras hacemos investigación. Proveniente de ello, se entrecruzan objetos de conocimientos y formas de presentación y de comunicación que van tejiendo particularidades según cada situación. En esta encrucijada, se produce un particular modus-operandi producto de las decisiones metodológicas tomadas. La proposición es volver objetivable el modus-operandi del proceso de investigación y convertirlo en objeto de conocimiento. En este sentido, la propuesta desde la asesoría metodológica se construye a partir de la articulación de núcleos conceptuales y organizativos en las distintas etapas de elaboración del TF, para ofrecer a los estudiantes herramientas teóricas y metodológicas que les permitan producir conocimientos desde una actitud crítico-reflexiva frente a las dinámicas de los diversos contextos de estudio de los cuales surge el problema de investigación, y que dan sentido a la elaboración de un TF de carrera.

¿Cómo se construye el posicionamiento personal-profesional desde el momento mismo de decidir el problema a investigar?

Resulta extraño pensar que los estudiantes necesiten erigirse como autores de sus propios trabajos finales de carrera, ya sea que hablemos del nivel de grado o de posgrado. Sin embargo, a partir de nuestras prácticas de asesoramiento metodológico a los proyectos de trabajo final, podemos afirmar que no es una idea descabellada. La autoría y la toma de decisiones intelectuales demanda un criterio profesional que a veces se ve “inmaduro”, ante el ejercicio del estudiante con respecto a posicionarse frente a la elección de un tema y del problema de investigación.

Para empezar a asumir este ejercicio de posicionamiento, se vuelve necesario tomar distancia de paradigmas que ubican lo social como un todo uniforme, y abordar la complejidad de los fenómenos que nos acontecen desde miradas situadas, críticas y transformadoras. En palabras de Bernal (2016) “Para la complejidad, el mundo presenta, simultáneamente y sin oposiciones, las nociones de integralidad, sensibilidad a las condiciones iniciales, inestabilidad, incertidumbre, caos, fluctuaciones, turbulencias, autoorganización, estructuras disipativas, azar, indeterminismo, fractalidad, etc., que se manifiestan de manera conjunta y sin oposición a criterios como orden, determinismo, estabilidad, causalidad, linealidad o previsibilidad” (p. 62).

Al reforzar este aspecto, se habilita la escucha a “nuevos existentes” desde otros puntos de vista, que colaboran en desandar lecturas unidimensionales de la realidad. Cabe preguntarnos ¿Los datos están dados? ¿O los construimos a partir de un juego de interpretaciones? Cuando investigamos acudimos a diferentes puntos de vista, lugares desde dónde se mira. Estos lugares se fundan a partir de las propias vivencias y experiencias cargadas de sentido, las cuales contienen una impronta personal a la hora de establecer juicios de valoración respecto de algo. Evidenciar estos puntos de vista y realizar el esfuerzo de extrañar la mirada, nos permite dilucidar aquellos “habitus” estructurantes –formas de ser y hacer internalizadas-, como un primer paso para empezar a dibujar el mapa de los posicionamientos. Serán aquellas articulaciones y movimientos entre los propios límites, los que van otorgando nuevos sentidos para otros futuros posibles.

También nos parece importante reflexionar sobre “la palabra autorizada” y las jerarquías que algunas veces se traducen en una demanda desde la inseguridad. Se trata entonces de emprender un camino que requiere acompañar no sólo el aspecto intelectual, sino también un trabajo de independencia en el pensar y el decidir.

Respuestas de los alumnos que se repiten tales como: “profesora, ya hice las correcciones que me indicó” o “¿qué más debo corregir?” o, “espero que le guste lo que escribí para mi proyecto”, nos han llevado a pensar que los estudiantes pueden volverse dependientes del asesoramiento, y lejos de convertirse en auténticos autores de lo que serán sus trabajos finales, hay quienes corren el riesgo de hacerlo para cumplir, o hacer un proyecto para terminar un programa de estudios. Este pensamiento puede llegar a obnubilar a estudiantes, descuidando que un buen trabajo final abre puertas profesionales, más allá de la finalización de la carrera, y como lo recuerda Dei (2011): “Lo que resta es lo mejor del camino de su formación: disfrutar y reconocerse en la perspectiva de otro horizonte personal, descubrir su potencialidad creativa” (p. 42).

Basada en la mencionada experiencia nos animamos a escribir para quienes vivencian circunstancias similares como asesores, tutores o directores de TF, contribuyendo a que los estudiantes que lo requieran adquieran ese “vuelo de criterio propio” desde el inicio de sus trabajos finales, concretamente desde la elección del tema y problema sobre el que desean investigar, y plasmarlo en los proyectos.

Por la experiencia de estos años, entendemos que convertirse en autor del TF, es un camino de aprendizaje que cada estudiante recorre y que los docentes y asesores metodológicos acompañamos, siendo conscientes de que, en muchos casos, no se logra inmediatamente sino como fruto de un proceso que se va generando a lo largo del asesoramiento y a partir de estrategias de enseñanza y consejos concretos que se proponen.

En los primeros pasos del trabajo final advertimos la importancia de ir atendiendo a los intercambios con los estudiantes, para que -desde un inicio- transiten un camino que conduzca a apropiarse de sus argumentos con la entrega de cada borrador de proyecto.

La definición del problema a investigar

En la construcción de los propios argumentos, el desafío inicial más importante para el estudiante consiste en definir el problema a investigar, como piedra angular sobre la que se construirá el resto del proyecto. Como plantea Dei (2011) se trata de abrir – no cerrar- el ciclo de una aventura intelectual, con nuevas responsabilidades profesionales y personales.

Elegir el tema y definir el problema es el aspecto nuclear que, una vez resuelto, los demás apartados del proyecto fluirán como una consecuencia y mucho más fácil de construir. En el caso del posgrado, cuando llegan a la clase de metodología, algunos estudiantes tienen una idea más o menos cerrada acerca del tema por investigar, lo que les permitirá más fácilmente deducir su problema de proyecto. En general, la mayoría de los estudiantes tienen ideas encontradas acerca de lo que desean investigar, generalmente porque desean investigar sobre muchos temas, o porque desean hacerlo con demasiada amplitud.

El tema es la idea general dentro de un campo disciplinar específico del que se desprende un interés para realizar la investigación/indagación. Es importante que el tema tenga correlación con los contenidos e incumbencias de dicha disciplina. Por ejemplo, si enmarcamos un Proyecto de Trabajo Final dentro de la Licenciatura en gestión de instituciones educativas, el tema deberá ser afín a cuestiones de la educación, y en particular a la gestión.

Otro punto suele ser, definir un problema porque ya “se cree” saber la causa y consecuencia de antemano, razón esta de la implicancia con la que se trabaja permanentemente en Ciencias Sociales y que requiere la intervención y compañía del director para intervenir desde la pregunta. Comienza aquí un trabajo de acompañamiento importante.

Dei (2011) plantea en este sentido “El verdadero aprendizaje en esta etapa de su formación es desarrollar la capacidad de formular algunos interrogantes sobre lo que hasta el momento parecía mostrarse como un campo de conocimientos establecido (…) Son preguntas que interpelan la incertidumbre, se pronuncian a favor o en contra de modelos teóricos o paradigmas que sostienen un modo de comprender los fenómenos (…) más concretamente, el problema tiene que ver con lo que no se conoce o lo que se cuestiona respecto a un aspecto particular del saber vigente.(p. 50)

Es importante el registro de aquellas preguntas que van surgiendo de la temática elegida. Así, empezaremos a focalizar nuestra atención en aquellas preguntas que son factibles de ser abordadas en función de los tiempos, recursos y disponibilidades personales, de algún modo, se van “depurando” los interrogantes a medida que se avanza en la construcción. Finalmente, se sugiere plantear el problema en una pregunta central, por un lado, para diferenciar entre el tema y el problema, y por el otro, para retomar esta pregunta como brújula orientadora de objetivos y aquellas respuestas que irán tomando forma a medida que se van presentando los resultados y las posteriores conclusiones del trabajo final.

Bernal (2016), aconseja ciertas acciones sobre las que podemos asesorar a los estudiantes para acompañar su proceso de construcción del problema a investigar. Las compartimos a continuación:

  • La lectura reflexiva, accediendo a revistas especializadas a crítica de libros, entre otros documentos que puedan plantear debates sobre la disciplina.
  • Participación activa en eventos académicos sobre la temática de interés tales como congresos, seminarios donde se escuchan aportes de los participantes que pueden convertirse en temas de interés.
  • La experiencia individual, que desata interrogantes, que bien pueden considerarse temas de investigación.
  • La práctica profesional, implica un espacio cargado de experiencias, y cuando se trata de un profesional crítico, las mismas bien pueden ser el origen de una investigación.
  • El aula de clase, con todos los materiales didácticos y procesos que allí se generan, es una fuente de preguntas para un alumno crítico y reflexivo, que bien pueden ser la base para comenzar una investigación.
  • La vinculación con organismos interesados en la investigación, que poseen intereses en resolver cuestiones en temas de incumbencia específica, para lo cual necesitan generar proyectos de investigación.

Podemos agregar aquí un recurso potente disponible en la institución en la que trabajamos, que es la posibilidad de acceso a la biblioteca de la Universidad Blas Pascal. Es una fuente estratégica de datos surgidos de la investigación, como asimismo de recursos teóricos que permitirán mirar diversas formas de abordar temas de investigación.

¿Y los demás apartados del trabajo TF?

No es el sentido de este escrito aponer el foco en el resto de los apartados de un proyecto de trabajo final, dado que demandaría un artículo aparte, el que podremos proporcionar en números venideros.

Es importante rescatar que tanto los objetivos, como el marco teórico y el marco metodológico tendrán sentido sólo en coherencia con el planteo del problema, haciendo que el trabajo final propenda a una tarea integrada.

La apuesta consiste en que sean los estudiantes quienes asuman un lugar de autonomía progresiva durante el proceso de elaboración de sus trabajos finales de carrera, con el componente personal en sus propuestas respecto de la temática elegida, los objetivos, el marco teórico y metodológico. Y finalmente reconstruirán críticamente la propia investigación a partir del análisis de datos, la presentación de resultados, y las conclusiones que de ello devienen.

Elegimos cerrar este primer acercamiento a ustedes planteando dos preguntas que hace el Ingeniero e investigador Eugenio Tisselli (2021) en uno de sus artículos: ¿quién puede investigar? ¿qué títulos debe tener, por qué filtros debe pasar, qué posición social debe tener la persona que investiga para que su búsqueda sea considerada legítima y sus hallazgos válidos? (p. 28)

Ideas finales

Deseamos poner de relieve la importancia de habilitar espacios de intercambio donde el pensar compartido pueda manifestarse, dando la posibilidad de gestar ideas, preguntas, irrupciones, teniendo en cuenta los contextos, instituciones, grupos y sujetos que varían con el tiempo.

Valorar el diálogo y los recursos que se brindan desde la institución para la construcción de nuevos conocimientos nos invita a reforzar la acción del diálogo desde conversaciones potentes para ampliar miradas y análisis que avancen en el objetivo de seguir construyendo una universidad activa intelectual y humanamente.

Iremos habilitando reflexiones en torno a cada paso que se da en la investigación con el deseo de generar intercambios y reflexiones con todos quienes somos partes de estas instancias.

Nos volvemos a leer pronto… gracias.

Ilustraciones

Las imágenes corresponden a las obras de María José Albo, Artista visual y Profesora de artes visuales en Córdoba. Las obras expuestas aquí se realizaron con microfibra sobre papel. Link de acceso: https://fadfacultadarteydisenoupc.wordpress.com/2020/07/03/obras-de-albo/

Referencias bibliográficas

Florencia Corsánigo

Valeria Moschetta

Margarita Valero

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