Por Lic. Alejandro Bianco
Prof. Lic. de Educación Física
Especialista en rehabilitación por el ejercicio
Especialista docente en educación y TIC; y en gestión y conducción educativa
https://alejandrobiancoem.blogspot.com/
Jueves, 1 de septiembre de 2022
Muchas veces nuestra vida cotidiana es el punto de partida de todo lo que hacemos y sobre lo que reflexionamos. Si bien podemos reflexionar de manera individual o compartida siempre es bueno que, como producto de esa reflexión, se generen acciones.
Hay aspectos cotidianos con los que convivimos que no vemos, o no los queremos ver, o los vemos y hacemos poco o nada. Desde nuestra trayectoria como docentes y a través del compartir el día a día con estudiantes, la propia realidad nos debería obligar a verlos, a reflexionar y a poder accionar toda vez que la condición lo requiera.
Esa cotidianeidad demanda, según Jorge Larrosa Bondía (2020), recuperar, restaurar, reinstaurar, repensar, llevándonos a recordar, reimaginar, reconstruir, rehacer, renovar, reformar. Es que, en realidad lo que estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo y para quién o quiénes lo hacemos, es lo que nos identifica en nuestra labor profesional. De allí la relevancia que cobra el involucramiento y compromiso docente.
En el caso de la educación física escolar, es en el encuentro cotidiano, y sin importar el nivel educativo en que nos desempeñemos, donde la realidad nos muestra que cada vez es más insuficiente el movimiento en los estudiantes. La hipocinesia lleva a afectar notoriamente la salud de las y los alumnos que están en continuo crecimiento, más allá del nivel educativo en el que se encuentren, desde el inicial hasta el secundario. Reflexionar sobre cómo nos responsabilizamos como profesores en Educación Física, la preparación de nuestras planificaciones, las clases, los elementos que utilizamos, etc., conlleva a optimizar nuestra función docente y a resignificar la práctica profesional.
El desafío es rever las estrategias y soportes fundamentales que brinda la educación física, para el abordaje de la salud como medio y fin del espacio curricular. Investigar nuestra propia práctica para darle nuevo sentido, es un camino a desandar en la escuela actual, proyectando una educación física para toda la vida.
Debemos atender al hecho de que los estudiantes durante los trece años de educación formal tienen educación física y que, un gran porcentaje de éstos culminan ese ciclo de formación sin haber adquirido, o por lo menos haber vivenciado, el movimiento como hábito de salud. Entonces cabe preguntarse ¿tenemos cierta responsabilidad como docentes del área?, ¿hacemos lo suficiente?, ¿se adecúa la enseñanza a la realidad de nuestros estudiantes? Si el movimiento como hábito saludable no lo aborda el profesional de educación física, ¿quién entonces?, ¿qué hacer ante esta situación?, ¿continuaremos lo que se estaba haciendo, y tal como se venía desarrollando?
Alternativas para mejorar
A partir de mi experiencia como docente de la educación física, vislumbro que el punto de partida está en “compartir”. Compartir con colegas para intercambiar ideas, conocimientos, experiencias, proyectos, propuestas, errores y aciertos. En este camino descubrimos como grupo de trabajo que la “evaluación de la condición física y salud” podría ser una alternativa para que cada estudiante se auto descubra, se conozca y reconozca, pudiéndolos acompañar progresivamente a descubrir y adoptar al movimiento como un hábito saludable.
Para esto, es fundamental considerar a la alfabetización motriz desde el nivel inicial y hasta la finalización del nivel secundario, acompañando el proceso de crecimiento y desarrollo, con los contenidos y aprendizajes propuestos curricularmente considerando las diversas realidades de los niños y adolescentes. Un aspecto relevante sería tener como horizonte la “autogestión del movimiento” hacia la finalización de la educación de nivel secundario, con conocimientos básicos para poder elegir qué, cómo y para qué realizar ejercicio físico, con el propósito de colaborar en el establecimiento de una etapa adulta con plenitud de movimiento.
Algunas acciones para llevarlo a cabo podrían ser: evaluar a través de mediciones, testeo, acompañando a nuestros estudiantes a “aprender a aprender”, llevándolos progresivamente a la autoevaluación, utilizando la información recolectada como generadora de acciones, de modo tal que no quede en datos cuantificados y sin uso. El fin es poder seleccionar contenidos prioritarios y aprendizajes significativos para plasmarlos en planificaciones reales y funcionales; no solo en el proceso de cumplimiento administrativo.
En este punto rescato las palabras de Estanislao Antelo (2018): Enseñar no es un arte menor. Exige un trabajo permanente de apropiación de las herencias, una consulta incesante de archivos y memorias, y una posición que se resume en un no ceder: No ceder en la enseñanza (p.2).
En ese “no ceder” al que refiere el autor está el ampliar la mirada, abarcadora de contenidos, saberes, capacidades; esa mirada que distingue las particularidades y diversidad de nuestros estudiantes, con sus historias, trayectorias, y características. Esa mirada que se toma el tiempo de “reconsiderar los tiempos” de enseñanza y aprendizaje, entendiendo que no todos los estudiantes aprenden al mismo ritmo y de la misma manera; y, fundamentalmente, esa mirada audaz de perder el miedo a lo nuevo, a lo diferente, a lo creativo, recuperando la curiosidad y la audacia en compartir.
Variables como peso y talla, niveles de flexibilidad, coordinación, capacidad de salto, etc., pueden ser disparadores para conocerse, motivar el cambio y la mejora, verificar progresos, identificar factores de riesgo, promover la salud desde la educación física, e integrar conocimientos con otros espacios curriculares tales como la matemática, la biología, la física, entre otros posibles.
Azeredo Ríos (2018) sostiene que a toda situación de crisis hay que tomarla como momento fértil de reflexión y de reorientación de las prácticas (p. 8), y es en esta perspectiva de autoevaluación, de acompañamiento y seguimiento de nuestros estudiantes, que se involucra el sentir del “oficio de enseñar” desde el compromiso con las/los estudiantes, con la enseñanza, con la escuela y, especialmente, con nuestra profesión. Se trata de priorizar el vínculo con otros, un vínculo de confianza no solo en nosotros mismos sino también en los estudiantes y su capacidad de aprendizaje.
El desafío de autoevaluarse
Considero que el contexto planteado es propicio para pensar más actividades desde el “ser” que desde el “hacer”. Demos lugar a manifestar las emociones, a sentirlas, a identificarlas, a abordarlas.
En este desafío de evaluar y acompañar a la autoevaluación desde la educación física y para la salud, surgen interrogantes que guían la práctica, tales como: ¿cómo responden mis estudiantes a la propuesta de autoevaluarse?, ¿colaboran, participan, son autónomos?, ¿qué visión general de mis grupos tengo?, ¿hay algún estudiante en particular que me llame la atención?, los contenidos y aprendizajes seleccionados, ¿son acordes a la situación de mis estudiantes?, ¿qué actividades, en función de los contenidos y aprendizajes planificados, pueden beneficiar al grupo?
La posibilidad de activar el pensamiento y discurrir sobre diferentes asuntos que se presentan, utilizando a la pregunta como eje medular, nos puede llevar a despertar el interés de las alumnas y alumnos hacia una auto percepción que genere intereses y acciones futuras. En este sentido, se les puede preguntar: ¿se entienden las consignas para autoevaluarse?, ¿les costó autoevaluarse?,¿qué piensan que podemos mejorar?, ¿cómo podemos mejorar? Cuando se midieron, ¿hubo algo que les llamara la atención?,¿para qué creen que puede servir conocerse desde la autoevaluación?, ¿qué podemos hacer con la información recolectada?...
En esta circunstancia general de hipocinesia, que habíamos anticipado en párrafos iniciales, planteada desde mi práctica profesional en diversas instituciones educativas me surge el interrogante que comparto: ¿El docente de Educación Física es parte del problema o de la solución?
Decididamente, considero que el profe de educación física es parte de la solución. Atender y entender la evaluación en la Educación Física en relación a la salud, puede ser una alternativa de modificación positiva sobre la actualidad del sedentarismo en nuestros estudiantes.
Imagen: Collage de imágenes de presentación en el Taller Virtual: La evaluación en educación física escolar y su vínculo con la salud. Disertante Prof. Lic. Alejandro Bianco – UBP (2022)
Referencias bibliográficas
- Bondía, Jorge Larrosa – Conversatorio virtual con Jan Masschelein, Jorge Larrosa e Inés Dussel: “El oficio docente y la escuela por venir” (Instituto Superior de Estudios Pedagógicos ISEP) (septiembre 2020)
- Antelo, Estanislao – Documento de acompañamiento: “El oficio de enseñar” (Ministerio de Educación de la Pcia. Córdoba) (diciembre 2018)
- Azeredo Ríos, Terezinha – Documento de acompañamiento: “El oficio de enseñar” (Ministerio de Educación de la Pcia. Córdoba) (diciembre 2018)
¡Excelente artículo! Impecable análisis y de gran valor pedagógico. También, para la Salud. Felicitaciones a un gran profesional de la Educación y en continua ampliación/difusión de sus conocimientos.
Maestro! Tienes mi total respeto.