Por Lic. Mónica Nano y Mgter. Marcelo Ariel Pantano
Jueves, 19 de agosto de 2021
Durante el mes de mayo del corriente año, UNICEF publicó un artículo que prendió una señal de alerta en todos aquellos que estamos en educación, aquellos que trabajamos día a día con niños, niñas y adolescentes dentro del sistema educativo.
Es allí cuando esta alerta dispara los siguientes interrogantes:
¿Qué hacemos como docentes por la salud mental de nuestros alumnos?
¿Realmente contemplamos sus problemáticas?
¿Trabajamos de forma empática?
¿Los apoyamos y favorecemos para despertar confianza y lograr un trabajo saludable?
Y así podríamos continuar haciéndonos preguntas que nos permitan analizar si nuestra práctica ayuda al desarrollo saludable integral de nuestros estudiantes.
Obviamente este análisis autocrítico, que realizamos diariamente, ante cada actividad desarrollada, ante cada clase planificada, ante cada situación áulica, tuvimos que agregarle la aparición del COVID – 19, un actor que no teníamos contemplado dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Pero el COVID-19 no vino solo, vino con confinamiento, con alteración en las costumbres y rutinas, modificación en la vida en general de todas las personas y de todas las actividades del planeta. La economía, la educación, la salud, la cotidianeidad, se vio afectada por las medidas preventivas tendientes a proteger a todos de los contagios.
Y este fue el comienzo de todo. Nuestros estudiantes fueron “transplantados” de una realidad a otra, sin preguntas, sin miradas, sin la contemplación del hecho de que ellos son personas con relaciones sociales, con vida propia (asistida y sostenida por los adultos a cargo), con rutinas, que son necesarias para el desarrollo psico-bio-social y que esta pandemia modificó.
Según la investigación realizada por UNICEF, niños, niñas y adolescentes están enojados, temerosos, cansados, agobiados, angustiados, irritables, lo que llevó a las familias a consultar a especialistas para poder revertir a la situación o por lo menos mitigar los efectos de la situación. El hecho de permanecer en espacios acotados todos los días, durante todo el día hizo que muchas relaciones sociales y familiares se pusieran en peligro.
Así como la investigación de UNICEF, puso sobre la mesa los problemas, también sugirió algunas alternativas de solución, todas tendientes a mejorar la calidad de vida de nuestros estudiantes. Dentro de este grupo de sugerencias, podemos encontrar: acceso a la escolaridad presencial, acceso a los espacios públicos de esparcimiento, favorecer espacios de privacidad, entre otros.
En definitiva, creemos que no es algo que no sepamos, a los niños, niñas y adolescentes les gusta estar abrazados, les gusta ir a la escuela, les gusta contarse secretos, les gusta estar con sus amigos y docentes, les gusta compartir su merienda y útiles escolares, les gusta reírse a carcajadas en un recreo, les gusta correr en las plazas saltando de juego en juego, les gusta salir a bailar, les gusta vivir.
En muchos casos, estos mismos estudiantes han tenido que estar atentos a clases virtuales que generaron situaciones de angustia frente a la imposibilidad de conexión por carencias de dispositivos, o dificultades tecnológicas o personales, se encontraron con una cantidad de tareas que no pudieron resolver por sus propios medios, una exposición prolongada a un tipo de discurso como el verbal con pocos recursos paralingüísticos que complementaran y ampliaran esos contenidos que se estaban transmitiendo.
Esta situación nos coloca también frente al desafío en los procesos de revinculación con el regreso a la presencialidad en las instituciones educativas. Regreso que no solamente implica recuperar y aprovechar el tiempo perdido para transmitir contenidos que quedaron en el camino sino una oportunidad única de restablecer los vínculos y las relaciones que han quedado dañadas.
Durante 2020, se plantearon, la importancia de los ritos de despedidas para aquellos estudiantes que finalizaban algún ciclo dentro del proceso educativo. En este proceso de revinculación, será fundamental trabajar con algunos ritos de inicio, de recibimiento, de reincorporación a las modalidades de aprendizajes centradas en la interacción personal cara a cara. Esto les posibilita a los estudiantes sentirse incluidos y recibidos por la institución educativa y de manera particular por los docentes. La pandemia les privó de mucho en su proceso de formación como personas, por eso volvamos al primer punto ¿Qué hacemos como docentes por la salud mental de nuestros alumnos?
Fuente: UNICEF. “Estudio sobre los efectos en la salud mental de niñas, niños y adolescentes por COVID-19.” [1]
[1] “Estudio sobre los efectos en la salud mental de niñas … – UNICEF.” 26 may. 2021, https://www.unicef.org/argentina/publicaciones-y-datos/Efectos-salud-mental-ninias-ninios-adolescentes-COVID19. Se consultó el 14 ago. 2021.
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