Por Mgter. María Ruiz Juri
Universidad Blas Pascal
Hoy en día vemos cómo en Educación Superior irrumpen nuevas modalidades y metodologías de enseñanza que combinan mucho de lo ya conocido, pero también muestran aires de cambio, ¿llegaron para quedarse?, ¿cambiaron los paradigmas de enseñanza vigentes hasta el 2020? No lo sabemos con certeza, pero sí podríamos aventurarnos a pensar que asistimos a nuevos modos de encarar la docencia que colocaron a la enseñanza y a los aprendizajes en el centro de la escena. En este sentido, tenemos ante nosotros una inminente posibilidad de reflexión sobre lo ya conocido y de análisis sobre nuevas formas de enseñar en contextos de tanta complejidad e incertidumbre. Ya en el Siglo XVI Juan Amós Comenio, el padre de la Didáctica, institucionalizó una pregunta: cómo enseñar todo a todos, interrogante que se actualiza permanentemente y hoy cobra un sentido especial para que nadie quede afuera de las propuestas de enseñanza y que el derecho a la educación siga vigente.
Estamos viviendo en un contexto donde se cambiaron las reglas de juego en diferentes órdenes de la vida social, económica, cultural. Repentinamente, el Sistema Educativo en su conjunto debió adaptarse a una virtualización de emergencia y sacar a relucir los recursos disponibles y las estrategias necesarias para que la enseñanza y el aprendizaje no se detengan y las universidades no cierren sus puertas, o en este caso, no apaguen sus pantallas.
Un año de experiencia en este contexto nos ha dejado muchos aprendizajes y un sinfín de desafíos que debimos sobrellevar y que aún siguen latentes. También se nos plantea el reto de pensar otras formas alternativas de dar continuidad a la enseñanza cuando se va vislumbrando cierta flexibilidad en el dictado de clases.
En el ámbito universitario podría decirse que cada institución educativa, conforme sus experiencias previas con la virtualidad, las condiciones tecnológicas, los equipos técnicos disponibles y la cultura institucional, ha ido definiendo diferentes modalidades y metodologías para dar continuidad a la enseñanza y a los aprendizajes en el 2021.
Pensar en una nueva agenda de la Didáctica
Tal como es sabido en el ámbito educativo, pensar en la enseñanza implica entre otras cuestiones considerar los componentes de “la agenda clásica de la Didáctica” (Litwin, 2008): objetivos, contenidos, tiempos, espacios y en la tríada didáctica compuesta por el docente, el alumno y los contenidos. Tener en cuenta entonces quién enseña, quién aprende y el contenido a ser enseñado son aspectos importantes, pero bien sabemos que no son los únicos. Desde hace ya varios años la agenda clásica de la Didáctica está siendo revisada. A estos componentes es clave sumarles otros aspectos fundamentales como lo son el contexto de la propuesta de enseñanza, las intencionalidades de quienes enseñan y aprenden, los recursos disponibles, el clima del aula y de una clase, los intereses de los destinatarios, los roles del profesor como investigador de su propia práctica, entre muchos otros. En este marco, el acceso al conocimiento juega un rol fundamental.
Para continuar, los invito a analizar Modalidades y Metodologías de enseñanza en Educación Superior y compartir algunas reflexiones que nos permitirán mirar cada institución en particular para analizar lo que allí viene sucediendo.
Modalidades y Metodologías de enseñanza en el centro de la escena
Las modalidades de enseñanza son un conjunto de componentes que integran formatos u opciones pedagógicas que se asumen a nivel de la institución y que se traducen en maneras de vehiculizar la enseñanza, tales como la enseñanza presencial, a distancia o mixta. De esta forma, a partir de lo sucedido en 2020, hoy nos encontramos con carreras presenciales que tienen asignaturas que se dictan totalmente a distancia y otras mixtas. A su vez, cuando se piensa en los modos de volver progresivamente a la presencialidad, con las restricciones que esto implicaría, se comienza a hablar de “enseñanza mixta”, “dual”, “híbrida”. En ese sentido, se suele pensar en un docente ofreciendo su clase en una aula presencial, junto a un grupo reducido de estudiantes allí presentes y, en simultáneo, otros alumnos participando de esa misma clase, pero conectados de manera remota desde sus hogares.
Por su parte, en cada modalidad de enseñanza se definen metodologías que muchas veces conllevan decisiones a nivel institucional y en otros casos cada docente toma sus propias decisiones. Las metodologías de enseñanza se planifican a nivel de las prácticas de enseñanza y responden a un modelo pedagógico de referencia, esto quiere decir a un conjunto de valores y concepciones que la institución construye en torno a la enseñanza y al aprendizaje. En estas metodologías también se ha sentido el impacto de los cambios a raíz de la nueva situación de emergencia sanitaria y ya se comenzaron a estudiar e implementar metodologías de enseñanza alternativas a lo hasta ahora conocido.
Una nota común en las metodologías de enseñanza que se favorecieron durante 2020, tiene que ver con la intensificación del uso de las tecnologías. Al respecto, Adell y Castañeda (2012, 15) utilizan el concepto de pedagogías emergentes “como el conjunto de enfoques e ideas pedagógicas, todavía no bien sistematizadas, que surgen alrededor del uso de las tecnologías en educación y que intentan aprovechar todo su potencial comunicativo, informacional, colaborativo, interactivo, creativo e innovador en el marco de una nueva cultura del aprendizaje”. Según estos autores, todavía no es posible caracterizar un corpus sistemático y los principios que subyacen en la base de las prácticas pedagógicas emergentes. Sin embargo, Adell y Castañeda (2012: 26-27) destacan algunos de los rasgos más relevantes de estas pedagogías que, en mi opinión, son especialmente interesantes. En este sentido, las pedagogías emergentes:
- Poseen una visión de la educación que va más allá de la adquisición de conocimientos o de habilidades concretas.
- Se basan en teorías constructivistas del aprendizaje.
- Superan los límites físicos y organizativos del aula uniendo contextos formales e informales de aprendizaje, aprovechando recursos y herramientas globales y difundiendo los resultados de los estudiantes también globalmente.
- Promueven proyectos colaborativos, interniveles y abiertos.
- Potencian conocimientos, actitudes y habilidades relacionadas con la competencia “aprender a aprender”, la metacognición y el aprendizaje de los estudiantes, más allá del curso, el aula, la evaluación y el currículum prescrito.
- Convierten las actividades escolares en experiencias personalmente signifcativas y auténticas.
- Estimulan el compromiso emocional de los participantes.
- Los docentes y los aprendices asumen riesgos intelectuales y transitan por caminos no trillados. Son actividades creativas, divergentes y abiertas, no mera repetición.
- En la evaluación se suele adoptar un margen de tolerancia que permite evidenciar los aprendizajes emergentes, aquellos no prescritos por el docente.
Si bien estos son algunos de los rasgos que plantean los autores, es clave identificar otros rasgos que se vinculan con prácticas que se corresponden con una escuela pedagógica tradicional: centralidad de la exposición del docente, poca participación activa de los estudiantes, énfasis en el desarrollo de un contenido por sobre la actividad reflexiva y crítica de los alumnos.
A partir de lo anterior, ¿logran reconocer estos rasgos en la enseñanza al interior de las instituciones educativas de las que ustedes forman parte? ¿Identifican estos rasgos en sus propias maneras de enseñar a partir de esta virtualización de emergencia?
Siguiendo con esta línea, podríamos pensar entonces, que la crisis en la que nos vimos, y nos vemos inmersos, trae consigo una oportunidad de revisar y reflexionar en torno a la enseñanza desde diferentes aspectos que forman parte de las pedagogías emergentes, de estas nuevas maneras de enseñar y aprender en contextos de fuerte mediación tecnológica: se trata de aspectos Didácticos y Comunicacionales, Tecnológicos, Disciplinares e Institucionales.
a) Aspectos Didácticos y Comunicacionales
En lo que refiere a los primeros, vemos necesaria una minuciosa planificación docente que vaya más allá de una agenda clásica de la didáctica que mira objetivos, contenidos, tiempos. Si bien estos componentes no desaparecen, necesariamente se potencian y se vuelve fundamental considerar los siguientes:
- Sentirse parte de la clase
Pensar en alternativas para que los estudiantes presentes y remotos se sientan parte de la clase. Para ello, resulta fundamental pensar en general un buen clima de clases, con actividades e interacciones que alientan a que cada participante – docentes y alumnos- se sienta parte.
- Favorecer interacciones
Prever interacciones entre los estudiantes y el docente, y entre los estudiantes entre sí. Para ello, la planificación de consignas claras que alienten al trabajo colaborativo resulta fundamental.
- Planificar clases activas
Diseñar clases que resulten dinámicas, con actividades de aprendizaje que tiendan a desafiar a los estudiantes integrando múltiples recursos, textos, videos, imágenes, música.
- Promover producciones colaborativas
Proponer, en el transcurso de la clase, instancias de trabajo colaborativo. En relación con lo anterior, la clase pensada como un encuentro, como una oportunidad para compartir es clave en este contexto y siempre.
- Emplear softwares colaborativos
En relación con el punto anterior, es fundamental la selección de softwares para alentar la escritura y el trabajo colaborativo, tales como: Padlet: https://es.padlet.com/dashboard , Mentimeter https://www.mentimeter.com/ y Jamboard https://jamboard.google.com/ .
Tal como puede advertirse, si bien un margen de improvisación siempre es bienvenido, por sobre todas las cosas, es importante que el docente planifique las clases con mucho detalle y esmero, considerando la importancia de despertar siempre el interés y deseo de aprender, en definitiva, el conocimiento no llega si el deseo no lo convoca (María Acaso).
b) Aspectos Tecnológicos
Partimos de la premisa de que los dispositivos digitales facilitan la ubicuidad, nos acompañan, forman parte de nosotros y constituyen artefactos cognitivos y emocionales de gran relevancia para el aprendizaje. Desde el punto de vista de la persona que aprende, el reto es dar significado a las conexiones entre las experiencias, datos e informaciones obtenidas en los diferentes espacios y recursos. Desde el punto de vista del profesor, el reto es diseñar situaciones que permitan dar sentido y coherencia a los espacios facilitando las conexiones y, por consiguiente, el aprendizaje. (Gros, 2015)
Considerando lo anterior, ¿qué tecnologías vamos a utilizar y por qué razones? Seleccionar tal o cual plataforma debe responder sin dudas a objetivos pedagógicos y a las características de nuestros destinatarios.
c) Aspectos Disciplinares
En lo que respecta a la disciplina, bien sabemos que enseñar Derecho, Economía, Arquitectura o Medicina tiene su especificidad y que el contenido de la disciplina condiciona sin dudas las modalidades y metodologías de enseñanza a adoptar. En este sentido, resulta fundamental respetar siempre la esencia de la disciplina al momento de seleccionar los caminos para la enseñanza.
d) Aspectos Institucionales
Es clave considerar la planificación institucional para llevar adelante determinadas modalidades y metodologías de enseñanza. A nivel de la institución en su conjunto es clave prever, por una parte, una política académica que organice y otorgue un marco a esta tarea y, por la otra, mecanismos de apoyo pedagógico y tecnológico a la tarea docente. Sería deseable que el equipo pedagógico-comunicacional asesore a los profesores que llevarán a cabo esta desafiante tarea. Además, se requieren facilitadores tecnológicos que asistan al docente al momento de la clase y además lo capaciten previamente para que se sienta cómodo durante su desarrollo.
Hacia la construcción de metodologías emergentes
Tal como podrá advertirse, el diseño de una propuesta de enseñanza que implique el desafío de pensar en lo que los autores han dado en llamar pedagogías emergentes implica además de una planificación didáctica específica, una política académica que le otorgue marco y legitimidad en la institución. En ese sentido, se torna fundamental el asesoramiento pedagógico-comunicacional de un equipo de profesionales especializados y el soporte tecnológico que capacite y brinde apoyo al docente para el desarrollo de su tarea.
Una vez más vemos que la enseñanza en la universidad responde a una política académica determinada y a definiciones institucionales que orientan y sirven de marco de la tarea de un docente en el aula.
Al respecto, Begoña Gros (2015) compartió un texto donde alude justamente a la caída de los muros del conocimiento. Allí sostiene que una de las consecuencias más importantes de la sociedad del conocimiento es la transformación de los espacios y lugares para el aprendizaje. En este sentido, considera al aprendizaje “sin costuras”, la ubicuidad y los entornos personales de aprendizaje como pilares fundamentales de los nuevos espacios formativos. A partir de allí, las pedagogías que emergen deben posibilitar la eliminación de los muros del conocimiento dotando a las personas de la capacidad suficiente para enfrentarse a un aprendizaje a lo largo de toda la vida. A su vez, esta autora señala que los espacios de aprendizaje están formados por una red en la que se combinan los espacios físicos y los espacios virtuales fortaleciendo la idea del aprendizaje en cualquier momento y en cualquier lugar.
Los muros del conocimiento han caído (Gros, 2015) pero eso no significa que todo el mundo los atraviese sin dificultades. Para movernos sin problemas y con libertad necesitamos estar preparados para enfrentarnos a una sociedad donde el peso de la educación y el aprendizaje esté en uno mismo. Además, necesitamos docentes y estudiantes, avanzar en el desarrollo de competencias que nos permitan sacar el máximo provecho a toda la información que está allí disponible en los entornos virtuales de enseñanza y de aprendizaje. Para ello, es necesario el desarrollo de metodologías mucho más transparentes y basadas en el diseño del aprendizaje.
Entre una improvisación total y una planificación exhaustiva existen un sinfín de opciones. Luego de un 2020 que nos tomó por sorpresa, donde no hubo mucho margen para la planificación, ahora sí tenemos posibilidades de reflexionar sobre lo acontecido. Si algo tenemos en común las instituciones educativas es haber transitado una experiencia que dejó muchos aprendizajes por capitalizar. Mucho está sucediendo en torno a las tecnologías que utilizamos, pero justamente el desafío está en intentar definir el modelo educativo y pedagógico que estará en las bases de las decisiones que tomemos. No sabemos qué va a permanecer o no después de la emergencia sanitaria, pero sí estamos convencidos de que lo que perdurará no será la tecnología de turno sino los fundamentos pedagógicos que logremos construir y resignificar en las instituciones educativas.
Para lograr lo anterior, un gran desafío se relaciona con promover en las instituciones espacios de reflexión y análisis sobre las decisiones que se van asumiendo en materia de enseñanza, analizar el modelo pedagógico, los valores, criterios y definiciones principales que se asumirán en torno a la enseñanza. De esta manera, las universidades y las instituciones educativas en general serán siempre organizaciones que aprenden de sí mismas y de sus decisiones.
Referencias
- Adell, J. y Castañeda, L. (2012). Tecnologías emergentes, ¿pedagogías emergentes? En J. Hernández, M. Pennesi, D. Sobrino y A. Vázquez (coord.). Tendencias emergentes en educación con TIC. Barcelona: Asociación Espiral, Educación y Tecnología. págs. 13-32.
- Gros, B. (2015). La caída de los muros del conocimiento en la sociedad de la información y las pedagogías emergentes. (U. d. Salamanca, Ed.) eVSal.
- Litwin, E. (2008). El oficio de enseñar. Condiciones y Contextos. Buenos Aires: Paidós.
Las metodologías de enseñanza emergentes en Educación Superior están constantemente evolucionando para adaptarse a las necesidades cambiantes de los estudiantes y la sociedad en general. Algunas de estas metodologías incluyen el aprendizaje práctico basado en proyectos, el aprendizaje colaborativo en línea, el uso de simulaciones y juegos educativos, el enfoque en competencias y habilidades prácticas, así como el uso de tecnologías emergentes como la realidad virtual y aumentada para mejorar la experiencia de aprendizaje. Estas metodologías buscan promover la participación activa de los estudiantes, fomentar la creatividad, y prepararlos de manera más efectiva para los desafíos del mundo laboral actual.