Por Luisa María Ahumada
Lic. en Comunicación Institucional (UBP), con estudios de posgrado en Gestión del Capital Humano y PNL.
Escritora. Profesora de Oratoria y Storytelling.
Fuente: https://unsplash.com/photos/Q7wGvnbuwj0
Había una vez una manera de enseñar que se trataba de contar historias, de esas donde hay personajes, sueños que alcanzar, pesadillas de las que escapar u obstáculos que sortear. Y siempre, al final, un aprendizaje para nutrir el alma de quien narra y de quien escucha.
Desde la infancia, contar historias es una manera de conectar, crear lazos y transmitir conocimiento. El potencial educativo de la narración es tanto que, actualmente hay una tendencia creciente a su revalorización en la enseñanza, incluso, en la educación superior universitaria.
Todos podemos crear historias, porque todos somos protagonistas de nuestras propias vidas y de otros espacios que habitamos. Por eso, solo hay que valorarse, convencerse de lo que tenemos para decir, creer que somos capaces y lanzarse al maravilloso camino de la narración como una forma efectiva de comunicar.
Hay una frase que dice que “la salida es hacia adentro”, y para storytelling aplica perfecto. Muchas veces, uno de los impedimentos de generar contenido es la sensación de que no encontramos temas o situaciones interesantes para otros. Pero la realidad es que si pensamos bien, y hacemos un recorrido por nuestra propia vida, como si se tratara de turismo interno, encontraremos muchas anécdotas que bien contadas lograrán identificarnos con nuestros oyentes, conectando desde la emoción. Es sólo cuestión de buscar adentro y empezar a escribir en limpio la historia de nuestra propia vida (y también de referentes o del mismo público) para contarla de forma empática, atractiva.
Por eso, aquí comparto algunas recomendaciones para crear historias que emocionen y eduquen a través de su contenido:
- Contar con una estructura clara: los mensajes son efectivos cuando tienen una estructura que los sustenta, basada en un inicio-desarrollo-final. Además, son efectivos cuando poseen una definición concreta de lo que queremos contar: existe un “personaje” tratando de alcanzar un sueño o huyendo de una pesadilla, que se enfrentará con diversas fuerzas contrarias u obstáculos, hasta llegar al desenlace de los hechos y, en el final, la moraleja o aprendizaje.
- Usar palabas que apelen a todos los sentidos: el contenido impacta y emociona cuando usamos palabras y metáforas asociadas a todos los sentidos o sistemas representacionales (visual, auditivo, kinésico que incluye gusto, olfato y tacto).
- Orientar asociaciones de acuerdo al público: el relato tiene que estar contado o escrito pensando en quien lo escucha, para que la narración en su totalidad (palabras, ejemplos, tonos, etc.) sea en el mismo “idioma”, en un lenguaje que el oyente o lector pueda comprender y vincular a su vida cotidiana.
Entonces, el storytelling, es una forma efectiva de enseñar por todos los recursos que se activan con esta forma de comunicación. Solo es cuestión de empezar a ponerlo en práctica en las aulas, con nuestros alumnos o equipos de trabajo. Las palabras sólo ocupan alrededor de un 7% del proceso comunicacional, pero cuando están bien usadas, valen mucho.
Y colorín colorado este cuento no se ha acabado, porque contar es una historia que no termina cuando descubrimos sus beneficios.
Hola María Luisa! Qué gusto leerte. Interesante perspectiva que toma procesos de la producción audiovisual para incorporarlos a la pedagogía. ¡Felicitaciones!
Hola Profe querido! Siempre en mis recuerdos. Gracias por comentar. Un abrazo.