Por Doctor Juan de Pablos Pons
Catedrático de Tecnología Educativa en la Universidad de Sevilla.
Miércoles, 17 de junio de 2020
También es autor y editor científico de diferentes libros, entre los que cabe destacar en los últimos años: La Universidad en la Unión Europea (2005). Análisis estratégico para la Convergencia Europea (2008). Tecnología Educativa. La formación del profesorado en la era de Internet (2009). Políticas educativas y buenas prácticas con TIC (2010).
La Tecnología Educativa viene evolucionando y creciendo de manera significativa en los últimos años, sobre todo en lo que respecta al desarrollo de Internet y sus posibilidades. Es notable cómo, a partir de la actual situación de confinamiento, este campo ha tenido que “madurar de golpe” y ser utilizado de forma masiva hasta por quienes se negaban antes a hacerlo. ¿Cuáles considera usted que son los cambios más profundos y destacables? ¿Cómo cree que será su desenvolvimiento en el tiempo más allá del aislamiento social?
El posicionamiento sobre el papel a jugar por las tecnologías en el ámbito de la educación desde el principio se ha movido en una dicotomía o polarización que contempla dos posturas más o menos radicalizadas: 1) el desarrollo de las sociedades está en permanente transformación con un impacto potencialmente coercitivo de las tecnologías ya que imponen determinados modelos de gestión de la información o de la relación con la realidad. 2) Alternativamente, los transhumanistas, por citar un ejemplo, piensan mejorar las condiciones físicas y mentales de las personas gracias a las tecnologías digitales y no sólo gracias a la educación.
El terrible impacto de la pandemia global producida por el Covid-19 ha hecho “de la necesidad virtud” como afirma un viejo aforismo español y parece que las tecnologías digitales se han hecho imprescindibles en casi todos los ámbitos, y también en la educación. Desde mi punto de vista, esta situación representa un reto que debe ser abordado, aunque no de una manera irreflexiva. Específicamente en el terreno formativo, integrar a las tecnologías digitales prescindiendo de una educación mediática crítica, que es una responsabilidad de los centros escolares, aumenta el riesgo exponencial de que las plataformas educativas, y en particular aquellas promovidas por las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) puedan imponer y regular usos que lleguen a representar abusos o comportamientos poco éticos. Por tanto, una educación mediática crítica, como se está tratando de implantar en los países de la Unión Europea, es una condición necesaria para que la generalización de las tecnologías pueda considerarse algo positivo para las personas. Pero insisto que no podemos obviar que también es una oportunidad de negocio para empresas poderosas con lo que ello implica. Aquí entiendo que los poderes públicos deben ejercer un papel regulador, por tanto son los Estados los que deben guiar los futuros cambios y no las grandes corporaciones privadas. En función de cómo se resuelva esta dicotomía, los cambios en los próximos años serán de diferente signo, haciendo camino hacia una mejora del bienestar de las personas, o de los intereses comerciales.
Hace aproximadamente una década usted publicó un libro sobre la formación del profesorado en la era de Internet. ¿Con qué grado de manejo cree que se encontraban los docentes universitarios al momento de enfrentar esta pandemia?
La integración de las tecnologías en los centros educativos es un proceso complejo ya que en él confluyen factores de naturaleza diferente. Así, la existencia de infraestructuras tecnológicas actualizadas, la dotación de recursos económicos que permitan disponer de equipos y software adecuado o la implementación de políticas TIC adecuadas, son elementos necesarios. Pero sin duda, la capacitación de los docentes, tanto técnica como pedagógica, deviene en un componente fundamental. La pandemia ha hecho que la teleformación resulte imprescindible, de una manera brusca y no prevista. Y la realidad resultante es heterogénea. Mi visión es que el profesorado puede afrontar este reto con garantías, sobre todo entendido como una oportunidad para mejorar sus prestaciones docentes. Encontramos realidades muy diferentes, desde profesorado suficientemente preparado para afrontar el uso de plataformas virtuales, videoconferencias en streaming, herramientas digitales para planificar o evaluar la enseñanza, etc. Y también docentes que se enfrentan por primera vez a estas realidades. Aquí, la formación y actualización del profesorado por iniciativa de las instituciones educativas es clave. Es una responsabilidad que debe ser asumida necesariamente por los responsables de colegios, institutos y universidades. En todo caso, hay nuevos comportamientos y formas de trabajar que han llegado con la pandemia para quedarse, y por tanto debemos ser consecuentes a todos los niveles con esa nueva realidad.
Pensando en los estudiantes universitarios, ¿cuáles considera que serán los principales aprendizajes que construirán en esta experiencia de virtualización de la educación?
A nivel universitario la virtualización de la enseñanza está bastante extendida, desde universidades únicamente on-line hasta las presenciales que incorporan las tecnologías digitales como las plataformas de enseñanza como un complemento. Una iniciativa universitaria que ha contribuido a generalizar ese proceso de virtualización ha sido el desarrollo de los denominados “Massive Online Open Courses” (Cursos Online Masivos y Abiertos), cuyas características principales son el ilimitado número de matriculaciones, que se imparten íntegramente on-line y que son abiertos y gratuitos ofrecidos por las mejores universidades del mundo. Estas oportunidades para los estudiantes universitarios pueden ser muy provechosas, si son asumidas con un espíritu crítico y reflexivo. Un ejemplo claro de las posibilidades y los peligros que estas tecnologías representan lo constituyen las redes sociales, que son herramientas con muchas posibilidades pero que mal utilizadas, y aquí quiero hacer hincapié especialmente en los comportamientos que obvian la ética, pueden hacer mucho daño. El siguiente paso en nuestra cultura de medios está siendo la multiplicación y diversificación continuada de formatos, y por tanto de nuevas formas de interacción mediada. Los procesos de mediación generados contribuyen a la modificación de modelos de comunicación y también de interacción, y para asimilar estas nuevas mediaciones los estudiantes deben ser adecuadamente formados[1].
En estos tiempos, gran parte de la comunicación sincrónica con los estudiantes se está llevando a cabo vía streaming (Zoom y Meet son las más usadas en Argentina), ¿Cuál cree que es la potencialidad de estos encuentros en un contexto de aislamiento? ¿Cómo se pueden aprovechar sus ventajas sin tratar de emular las clases presenciales?
Desde mi punto de vista, no se trata de emular o sustituir linealmente la docencia presencial con herramientas tecnológicas como Zoom, Meet y Teams. Por el contrario, hablamos de nuevas realidades que requieren creatividad y flexibilidad por parte del profesorado para apoyar a los estudiantes en el logro de los objetivos y competencias establecidos en los planes de estudio. No todas las situaciones del proceso de aprendizaje (planificación de la enseñanza, metodologías didácticas, fuentes de información, tutorización, tareas de aprendizaje, evaluación) son equiparables sin más entre la enseñanza presencial y la virtual. El éxito de los procesos de creación y desarrollo de «buenas prácticas» con tecnologías digitales depende de numerosas variables, dada su complejidad técnica y la diversidad de los actores implicados. Aquí aparece como un aspecto clave la coordinación de estas enseñanzas por parte de los responsables de los títulos (departamentos, coordinadores de asignaturas, etc.). Estas herramientas permiten opciones de interés como son el seguimiento de la trazabilidad en las acciones de los estudiantes en las plataformas virtuales, recuperación de grabaciones, uso de chats, etc.
En una de sus investigaciones sobre usos de plataformas digitales en la enseñanza universitaria -junio de 2019-, usted refiere a los retos que enfrenta el nivel superior en la toma de decisiones para incorporar las tecnologías educativas en las prácticas docentes. Hoy, la virtualización se tornó una condición para poder continuar enseñando, a modo de “acelerador” de esos procesos que hasta el año pasado estaban en transición. ¿Qué aprendizajes deberíamos capitalizar del uso actual de la tecnología en la enseñanza? ¿Cuáles son los desafíos actuales, tanto para los docentes como para los estudiantes?
En dicho artículo se alude a que la innovación digital de las universidades plantea el reto a sus responsables de reconvertir a estas organizaciones, caracterizadas tradicionalmente por un modelo formativo basado en la presencialidad, por otro más flexible o mixto en el que coexisten la actividad presencial y a distancia. De hecho, cabe hablar de un cambio de paradigma en la concepción de la formación universitaria, que se reorienta hacia nuevos enfoques, buscando una enseñanza más escalable y sostenible, este último aspecto me parece muy importante. Estos cambios implican modificar pautas de trabajo tanto en los docentes como en los estudiantes, y dirigidas a una actividad más autónoma y responsable. En todo caso, la implantación de las plataformas digitales en la enseñanza universitaria está muy generalizada; desde luego es así en el caso español y en contextos como el europeo, el anglosajón o el latinoamericano. En clave de desafíos, es importante estar atentos a tecnologías emergentes que comienzan a ser empleadas en entornos educativos tales como: Learning Analytics, Machine Learning, Blockchain, gamificación o realidad aumentada. De estas cuestiones hablo en varias entradas de mi blog docente Educación y Tecnologías[2].
[1] Consultar el artículo: Las tecnologías digitales y su impacto en la Universidad. Las nuevas mediaciones: http://revistas.uned.es/index.php/ried/article/view/20733
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