Entrevista a Aída Lozano
Jueves, 9 de junio de 2022
Misceláneas Educativas entrevistó a Aída Lozano, Profesora en Educación Psicomotriz, Licenciada en Ciencias de la Educación con especialidad en Psicología Educacional de la Universidad Católica de Córdoba con trabajo de tesis realizado en Francia “Escuela Maternal Francesa” y Experta en Educación por la Universidad de Santiago del Estero.
Fue titular de la cátedra de Psicomotricidad del Profesorado de Psicopedagogía del Instituto Católico Superior del Profesorado y miembro del Departamento de Orientación en Institutos Sagrada Familia a cargo de nivel inicial, nivel primario y nivel secundario. También fue titular de la cátedra Lenguaje Corporal y Psicología Educacional en el Instituto del Profesorado Calasanz.
En su desempeño profesional se destaca por haber sido generadora del nivel inicial del Colegio Santo Tomás de la ciudad de Córdoba, vicedirectora de dicho nivel y directora unificada de nivel Inicial y primaria de esta escuela.
A partir de su mirada de la educación inicial y primaria, ¿qué aspectos considera esenciales al momento de educar en contextos complejos y en gran medida impredecibles como los que venimos vivenciando?
Estamos en un momento complejo, no sólo porque estamos en tiempo post pandemia en el cual los niños han perdido mucho: el hábito escolar, el rol de estudiante, las interacciones sociales y los aprendizajes propios de cada año escolar en términos de recursos para la vida y no en contenidos. Pero lo que más me preocupa es la falta de claridad en algunas cuestiones por parte de quienes educamos. En este sentido, la ideología del color que sea se está infiltrando en los colegios haciendo foco en aspectos que lejos están de los intereses y necesidades de los niños. Veo que estamos perdiendo el centro de nuestro trabajo que es el niño. Los aspectos esenciales que debemos pensar son, por un lado, seguramente el más importante, la concepción de niño, su desarrollo, sus intereses, su capacidad de asombro, su placer por aprender y esforzarse. Por otro lado, la formación de los maestros que carece de profundidad en los aspectos que son base: concepción antropológica del niño, psicología del desarrollo necesariamente ligada a las didácticas, conocimiento de las diferentes pedagogías y los métodos que de ellas se desprenden. Por último, aunque queden muchos más, la consideración de la situación social de los niños en estos tiempos donde lo que reina es la falta de certezas y el relativismo.
¿Cómo caracteriza a su formación en la docencia y en la gestión educativa y cuáles fueron los hitos más significativos?
Mi formación en la docencia formal fue completa y profunda, quizá para muchos ¨tradicional, dogmática y rígida¨ pero sin duda con base sólida suficiente para desarrollar desde lo que se conoce el espíritu crítico para posicionarme. Conocer las corrientes pedagógicas en la historia de la Educación permite pensar en dos preguntas básicas que todo educador debe saber responder: ¿podemos conocer?, ¿cómo conocemos? La formación en los maestros debe ser continua y crítica. En la gestión, la formación es más importante aún, ya que sin una estructura sólida el peligro es dejarse arrastrar por corrientes poco estudiadas, exportadas sin proceso de inculturación, por ideologías que nada tienen que ver con los niños, con imposiciones ministeriales escritas desde escritorios.
Cómo hitos significativos, destaco la experiencia realizada en Paris, donde vivencié y estudié otro sistema educativo, absolutamente respetuoso del niño, de sus familias y sus maestros. Además, mi experiencia de gestionar dos niveles educativos (inicial y primario) a la vez, considerando las diferencias de ambos, pero entendiendo que el niño es el mismo, que solo va perfeccionando su ser. Es maravilloso ver cómo se apropian, cada uno con sus características personales, del mundo que les rodea y donde viven tanto en relación consigo mismo, con Dios, con el otro y con la naturaleza.
Usted diseñó e implementó el Jardín de Infantes en el colegio Santo Tomás de la ciudad de Córdoba, ¿cuáles fueron los principales desafíos en este proceso?
El primer desafío fue generar un nivel inicial en un colegio tradicional de Córdoba que no tenía este nivel por decisión Institucional. El padre Sergio Conci Schp me convocó porque conocía mi formación como psicomotricista y mi trabajo de tesis sobre Escuela Maternal Francesa (así se denomina al nivel inicial en ese país) ya que él quería un nivel inicial cuya estrategia metodológica fuera psicomotriz. Coincidimos desde el primer momento ya que no concibo otro modo de aprender en este nivel que no sea desde la experimentación corporal activa. Esto fue generar desde los espacios el proyecto pedagógico, la convocatoria a las familias, seleccionar al personal idóneo que comprendiera el proyecto, ayudar a los maestros de primaria a comprender un nivel que se desconocía. De todo esto lo más difícil fue y sigue siendo la combinación de la formación de base de las maestras de nivel inicial con un proyecto diferente propio del nivel y no preparatorio para el nivel primario, aunque tan específico que, sin ser su objetivo, desarrolla todos los precursores de los aprendizajes futuros.
Conocemos sobre su trayectoria y experiencia en relación al enfoque psicomotriz llevado a la práctica en la enseñanza inicial donde todo es movimiento y donde el cuerpo ocupa un lugar esencial, ¿cómo fue la incorporación de estas tendencias en el proyecto educativo institucional de esta escuela?
Cómo mencioné anteriormente, es muy difícil para los maestros comprender que el modo en que un niño aprende en esta franja etaria es la experiencia concreta y real a través del cuerpo, aunque si uno lo piensa en profundidad nuestro cuerpo es el actor fundamental en todo aprendizaje. De adultos nos expresamos verbalmente, pero nuestra expresión más rica y genuina es corporal/gestual. Aún hoy sigue siendo un obstáculo cambiar el modo de enseñar de los maestros de nivel inicial que vienen formados en miras del nivel primario, olvidando la naturaleza del niño de 3 a 6 años. Las disposiciones ministeriales son lo suficientemente flexibles para implementar la metodología sin dificultad.
La hemos escuchado explicar que a través del movimiento deberían enseñarse las bases de conceptos claves que los alumnos de nivel inicial trabajarán a posteriori en la educación primaria, por ejemplo, los saberes numéricos, ¿podría ampliarnos un poco más acerca del concepto de movimiento con sentido pedagógico?
Trataré de hacerlo sintéticamente, aunque es un tema que me apasiona y podría hablar horas sin saber si me explico. En el niño de 0 a 6 años, cada sonido, olor, textura, movimiento que realiza, provoca una conexión con las neuronas en su cerebro. Estas conexiones forman redes que serán la base de su inteligencia. El niño tiene una sensibilidad especial hacia el orden, el movimiento, los sentidos y el lenguaje. El movimiento es un factor indispensable para la construcción de la conciencia y es esencial para la formación de la inteligencia, se alimenta y vive de las experiencias obtenidas del ambiente exterior. Éste se perfecciona imitando a los adultos y a través de la repetición. El aprendizaje se da de manera activa. Las experiencias sensoriales desarrolladas a esta edad aseguran los aprendizajes posteriores. El desarrollo táctil, auditivo y visual son los precursores de la lecto-escritura y el cálculo, que posteriormente permitirá el refinamiento óculo manual, la oposición del pulgar con los demás dedos que le permitirá lograr la pinza superior necesaria para la prensión del útil escritor. El trabajo con ambas manos le permitirá reconocer su mano dominante (la más apta para el trabajo de precisión). Aprender a controlar sus movimientos le permite concentrar la atención y trabajar con concentración en la propuesta. El orden de sus movimientos y las secuencias en las que se hacen las cosas son precursores de nociones matemáticas como antes/después y cantidad de pasos necesarios para realizar una acción. La manipulación de material concreto le permite incorporar la noción de cantidad, de profundidad, de secuencia.
Dice María Montessori ¨el niño no es un ser vacío, que nos debe todo lo que sabe, cosas con las cuales lo hemos llenado. No, el niño es el constructor del hombre, y no existe ningún hombre que no se haya formado a partir del niño que fue una vez¨. Desde mi punto de vista, estos son los pilares del nivel inicial.
¿Qué potencialidades encuentra usted en las orientaciones y perspectivas del Método Montessori y otros aportes de la Escuela Nueva para enriquecer la formación de niños? ¿Reconoce algunos recaudos a tener en cuenta en nuestros contextos institucionales?
Me atrevo a hacer un poco de historia para entender de que hablamos. ¨La Escuela Nueva¨ a la que todos nos referimos no es tan nueva, ésta se inspira en el ideario de igualdad de Rousseau, alrededor de 1750. La corriente de la Escuela Nueva tiene sus orígenes en 1900, año en el que Adolphe Ferriére junto con otros representantes fundan el Bureau Internacional de la Educación Nueva en Suiza, que aglutinaba a todas las escuelas que tenían en común la inspiración en los principios de Rousseau. En 1912 Ferriére junto a Claparéde y Bovet fundan el Instituto Jean Jacques Rousseau en Ginebra, que tiene por objetivo formar, investigar y difundir las pedagogías nuevas. Estas escuelas restan importancia a las materias consideradas “tradicionales”, como la geometría, la gramática y las matemáticas para sustituirlas por el juego, la vida al aire libre, los trabajos manuales, la gimnasia o el dibujo. Los pedagogos de esta corriente tienden a sentir cierto recelo por la teoría y pensar que existe contradicción entre filosofía y educación, entre teoría y práctica. María Montessori no acordaba con estos pedagogos, estaba en desacuerdo en que el Instituto diese formación acerca de su método sin su consentimiento. Ellos habían publicado una adaptación de su primer libro, en la que habían quitado las partes teóricas y parecía más un compendio de experiencias sin reflexión, sin hilo, sin propósito. Montessori exigió que no volviera a editarse.
Dicho esto, creo que es esencial y prudente no hacer ¨pegotes¨ de diferentes filosofías y sus derivadas pedagogías en nuestras escuelas por el solo hecho de ser de avanzada. Estamos armando escuelas Frankenstein, un poco de escuela tradicional, un poco de escuela Waldorf, un poco de Método Montessori y nos olvidamos de que el niño es UNO y no podemos fragmentarlo. Ejemplifico: la maestra llega a la sala, les pide a todos los niños que se sienten en círculo y hagan silencio mientras ella toma la asistencia del día. Algunos niños escuchan, otros tienen necesidad de moverse, otros se duermen. La maestra pide el cuaderno de comunicados de los “insurrectos” y escribe nota a las familias relatando la falta de obediencia del niño, sin embargo, en la reunión de padres se había hablado de la aplicación de la pedagogía Montessori, nada más contrario a Montessori.
Humildemente, creo que quienes gestionamos las escuelas debemos conocer con profundidad de dónde provienen estos métodos y cómo podemos aplicarlos sin desfigurarlos ya que siendo así, el único y más perjudicado es el niño, que tiene de todo un poco y en definitiva nada.
¿Qué recomendaciones daría a quienes hoy dan sus primeros pasos en la gestión de las instituciones educativas en el nivel inicial y primario?
Que estudien mucho. Es importante enfatizar que ser director de escuela no es ser “maestro de los maestros”, no es corregir a los que fueron nuestros pares, es saber acompañar a los maestros favoreciendo que se cuestionen el modo de enseñar, desterrar la idea que hacemos las cosas de determinada manera porque “siempre se hizo así” y entonces ¿por qué cambiarlo? Si hay nuevas propuestas debemos estudiarlas en profundidad y en equipo antes de su implementación.
También aconsejaría que es muy importante permitirse pensar, cuestionar y decidir sobre los lineamientos ministeriales. Recordar que quien gestiona la escuela es el director, la supervisión hace eso: supervisa que las actividades estén dentro del marco curricular, pero no decide.
En definitiva, me interesa animarlos a la hermosa tarea de enseñar, que como bien nos dice el Padre Ángel Rossi es una tarea difícil, pero posible y bella.
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