Pedagogía

De cómo la inclusión es el lenguaje de las infancias

Por Gabriela Nora Rovezzi
Prof. en Educación de Ciegos, Técnica en Rehabilitación Visual, Diplomada en Bioética y Derechos Humanos.

Jueves, 1 de agosto de 2024

“Discapacidad en la Convención de Derechos Humanos califica, pero no determina, describe, pero no inscribe, no limita. En un modelo social de derechos es fundamental y esencial la persona, con nombre propio, con un rostro, con un domicilio, con libertades.”

Dean Lermen
“Que nadie quede rezagado” (UNESCO, 2024)

Tanto las leyes nacionales como provinciales de la República Argentina sostienen un posicionamiento centrado en los derechos de los estudiantes con discapacidad, estableciendo la inclusión educativa como política de Estado, poniendo énfasis en la capacidad de los contextos escolares para hacer posible la escuela para todos, enfatizando la necesidad de pensar políticas, culturas y prácticas centradas en las condiciones de enseñanza en contextos escolares que valoren la diferencia como posibilidad y no como límite.

Desde la perspectiva del modelo social de la discapacidad, se concibe a las condiciones como barreras a la presencia, la participación y el aprendizaje que, junto a las desigualdades sociales y déficits orgánicos, configuran el escenario de exclusión y fragmentación social.

Como estrategia metodológica para la inclusión y cohesión social en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, se sostiene que incluir no es borrar las diferencias, sino permitir que todas/os las/os niñas/os formen parte de una comunidad de aprendizaje educativa donde se valoren sus particularidades y singularidades, minimizando los posicionamientos que se centren en la dependencia exclusiva de la atención al déficit como requerimiento para la promoción de los aprendizajes.

Revisar qué aspectos de las condiciones del contexto y de la situación interfieren para garantizar el derecho a aprender implica entre otras:

  • Pensar las trayectorias educativas integrales como singulares y no como individuales.
  • Pensar la diversificación en los formatos escolares para visualizar la inclusión educativa desde la visión contextual y no centrada en el sujeto “a incluir”.
  • Pensar los espacios educativos en términos de participación en comunidades de aprendizaje “de todos, con todos, para todos y centrada en lo común” y no en ofertas diferenciadas.

Tras esta breve aproximación al concepto de inclusión, me permito compartir con ustedes la siguiente narración que relata la experiencia educativa de niñas/os en la escuela, que conforman una comunidad de aprendizaje y comparten contenidos culturales relacionados con la lengua y la literatura.

Algunos de los protagonistas son estudiantes con discapacidad, pero pareciera que su voz no se acalla por esta razón, sino que pueden tener presencia y participación en los aprendizajes.

Les invito a leerlo y reflexionar sobre ello, y a poder revisar las consideraciones teóricas antes vertidas a la luz de las dimensiones intersubjetivas para una construcción de alteridad que la situación áulica propone.

El árbol de caramelos

A lo largo de la historia de la humanidad el árbol ha representado una manifestación muy especial de la fuerza y el poder de la vida. Fue venerado en todas las culturas y en todos los tiempos, y desde siempre estuvo íntimamente ligado a la vida entre los hombres.

Esta es la particular historia de un árbol que un día creció repentinamente en el patio de la escuela y entre los chicos que pudimos verlo, contamos su historia. La inventamos. Nos creímos su existencia y entonces… cobró vida.

Chicos, ¿y si contamos todos juntos esta historia?

“¿Saben lo que me acaba de suceder? Llegué a la escuela y en el patio, allí mismo en el centro del patio, en el sitio en el que jugamos durante los recreos, cerquita del banco de plaza que pintamos la semana pasada y que pareciera estar fresquito por el aroma a pintura… ha aparecido un árbol… un árbol lleno de caramelos.

Me di cuenta de ello porque escuché el ruido de papeles de celofán, sentí aroma a chocolate, frutilla y a chicle globo…

¿Cómo ha podido suceder? ¿Me ayudan a contar esta historia? Porque tengo la certeza de que ustedes tienen más y mejores ideas que yo respecto de cómo es que apareció este árbol en torno al cual saltan, se deslizan y bailan un montón de animalitos que quieren comerse los caramelos y compartir esos inesperados e insospechados frutos…

Fuente: imagen generada con Meta AI

Así comenzó la Asamblea en la que los estudiantes de 2do decidimos compartir una ronda de animación a la lectura, con el objetivo de construir colectivamente un cuento fantástico.

Las/os niñas/os -una/o a una/o- se fueron involucrando en la actividad; la motivación y el interés coparon la clase de manera paulatina.

Coty, con su capacidad de realizar preguntas, interrogó una y otra vez, a modo de fuertes y constantes campanadas, “a qué hora la buscaría su mamá”.

Mientras trascurría el relato, algunos estudiantes se mostraron preocupados porque Coty terminara de hacer sus preguntas y otros confiaban en que si le respondían lo que ella quería escuchar (“que su mamá la buscaría a las 17 h”) cesaría de preguntar. No obstante, Coty, aun escuchado esa respuesta, volvía una y otra vez a repetirla…

Oscar jugaba entretenido en otro de los rincones de la sala, con una variedad de autos. Uno chocaba con otro y ambos saltaban decididamente a chocarnos mientras construíamos el relato.

─¿Y si le ofrecemos que juego con otra cosa?- sugirió Gusty.
─Tal vez una pelota- propuso Mica.
─¿Y si jugamos un rato con él? Tal vez después quiera escuchar nuestro cuento…- suspiró Gisella.

Coty seguía preguntado y Oscar… tirando autitos.

Las ideas fantásticas venían una y otras desde nuestra imaginación hacia el discurso. Había llegado el momento de ordenarlas y entonces se nos ocurrió que, pasándonos la pelota -esa misma que compartíamos con Oscar y por la que había dejado estacionados muy bien sus autitos-, íbamos a poder darle orden al relato. Cada vez que uno recibía la pelota, ésta marcaba un ritmo y orden de participación… Oscar ya se había incorporado a la ronda… sólo faltaba Coty.

En un momento dado, Coty, interceptando la pelota y tomándola entre sus brazos, la apretó fuertemente contra su pecho. Y Gusty dijo: – Sí! Ya me di cuenta: Coty dice “un punto y aparte” porque no suelta la pelota.

Ella nos ha dicho que esa escena… ¡terminó!

Gabriela Nora Rovezzi

3 comentarios

  • EXCELENTE !!!!! Cómo con la participación de Todos ,logramos el objetivo planteado, simplemente la inclusión!!!!! Felicitaciones Gabriela 👏🙌💕

  • Bellísima propuesta!
    Aquí queda plasmado lo importante que es la observación y conocimiento por parte del docente de cada uno de los niños que tiene a su cargo y la valiosa misión que tiene en acompañar y colaborar en el desarrollo del potencial de todos y cada uno de ellos para su vida…

  • Bello relato Gabriela. Las condiciones aunquen a veces parecen determinantes, con la inclusión guiada por la voluntad y la educación recreamos la naturaleza y posibilitamos nuevos modos de habitar la comunidad.